Excursión por los monasterios de Ladakh desde Leh
Como os comentaba en el anterior post, tras nuestro trekking del Markha Valley llegábamos a una Leh que no se correspondía con la ciudad alegre que habíamos conocido hace una semana. Negocios cerrados, calles desiertas… «Abrirán más tarde» pensamos. Pero las horas pasaban, llegaba la tarde, y la cosa no parecía haber cambiado. «¿Y dónde comemos?». Restaurantes como el de la siguiente foto, al que nos gustaba ir a cenar, no daban señales de vida.
Matábamos el tiempo descansando o viendo películas en Lhachik Guesthouse, donde volvíamos a alojarnos, pero cuando las tripas rugían había que salir en busca de alimento. Algo de movimiento en la terraza de un restaurante cercano, situado en la segunda planta de un edificio, nos llevó a investigar. «¿Se puede comer?» preguntamos. «Sólo dentro» nos contestó el responsable sin levantar la voz. Y en su interior, con todas las ventanas tapadas por gruesas cortinas y pidiendo nuestros platos en voz baja, pudimos llenar el estómago. ¡Qué está pasando!
Rumores por aquí y rumores por allá, nos enteramos de que el pueblo estaba sumido en una huelga general como protesta contra las autoridades. Los negocios no podían abrir si no querían enfrentarse a represalias por parte de los piquetes, así que la mayoría ni lo intentaba y unos pocos nos permitían comer en la clandestinidad. Nos quedaba un día completo en Leh, ¿qué íbamos a hacer con todo cerrado? Propuse que fijáramos nuestra mirada valle abajo, a lo largo del río Indo.
Visitamos los monasterios de Ladakh en el Indus Valley
Las montañas de Ladakh, de forma similar que las de Nepal, Tíbet o el Karakorum, están repletas de templos y monasterios centenarios que tardaríamos semanas en visitar. Pero cerca de Leh se encuentran algunos de los más memorables, y tres de ellos los conoceríamos hoy: Shey, Thiksey y Hemis.
El monasterio de Shey
A 15 kilómetros de carretera desde Leh llegamos a Shey y su monasterio de paredes color arena. Este edificio del siglo XVII se construyó como sustituto al palacio original del siglo X cuyas ruinas se pueden observar más arriba en la colina. Por aquel entonces, cuando Shey era la capital de Ladakh, éste era el hogar de la familia real, que más tarde se trasladó al Palacio de Stok.




En el interior del monasterio reside una estatua gigante de Buddha sentado recubierta en pan de oro. Al parecer es la segunda estatua de mayor tamaño en Ladakh. Este interior se encuentra normalmente cerrado, y cuando está abierto no se permiten fotografías.
Gran parte del encanto de estas edificaciones lo aporta el entorno. Este escenario de película, compuesto por majestuosas montañas nevadas al fondo y amplios campos repletos de vegetación a nuestros pies, conformaba un paisaje al que todavía no nos habíamos acostumbrado.
El monasterio de Thiksey
Seguimos hacia el sur para encontrar otro de los gompa o monasterios de Ladakh más célebres e imponentes: Thiksey o Thikse. A esta especie de ciudad blanca con forma de la colina sobre la que reposa la suelen llamar «Mini Potala» porque, como es evidente, guarda parecido con aquel famoso palacio de Lhasa, Tíbet.




La entrada al complejo lleva directamente, por unas escaleras, a la base de su edificio principal, el monasterio pintado de rojo. Aquí residen lamas, monjes adultos y niños, y se guarda una enorme estatua de Maitreya Buddha.


Pero su mejor perfil se observa desde las afueras de la ciudad, donde su apodo como «Mini Potala» cobra todo el sentido.
El monasterio de Hemis
Continuamos recorriendo la carretera del Indus Valley para acabar atravesando el río. Entonces nos introdujimos en las montañas, entre las que se encontraba escondido nuestro próximo destino: el monasterio de Hemis, el mayor de los monasterios de Ladakh. Sus edificios, desde hogares humildes a estatuas doradas, se esparcían por las laderas ásperas.


El gran patio central, rodeado por paredes blancas y balcones de añeja madera, es cada año, en torno a junio, el lugar de celebración del Festival de Hemis, que con danzas populares y vistosos vestuarios y máscaras honra a Padmasambhava, un maestro budista considerado «el segundo Buddha».




Hemis, fundado a mediados del siglo XVII, es considerado por los entendidos el monasterio más valioso de Ladakh, en parte por la cantidad de reliquias, murales, thangkas (tapices) y estatuas que contiene. En alguna de sus salas se pueden admirar preciosos mandalas de arena tibetanos.




La de los templos tibetanos en el Himalaya quizás sea la fórmula espiritual más eficaz para calar en el viajero escéptico, como soy yo. No necesito creer en principios budistas para sentirme movido por lo que se siente en ellos. Quizás sean los colores, el rojo de las túnicas y la madera, el blanco de las paredes y las nieves; quizás sea la mezcla de silencio y cánticos; quizás el frescor del aire alpino… O quizás sea la unión de todo ello.
Fuera lo que fuera, pronto sólo serían bonitos recuerdos porque nuestro paso por Ladakh llegaba a su fin. Al día siguiente observaríamos estas cumbres nevadas a través de la ventanilla del avión, camino a la ya familiar Nueva Delhi.
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