Ghats de Varanasi, la ciudad más sagrada de India
Era temprano y el tren llegó a la estación de Ayodhya no todo lo impuntual que habría cabido imaginar. ¡Qué ingenuos fuimos al pensar en aquel momento que llegaríamos a nuestro destino a la hora esperada! No fue hasta 8 horas después que alcanzamos los ghats a la orilla del Ganges de la legendaria Varanasi, la ciudad más sagrada e impactante de la India.
Alojamiento barato y tranquilo en Varanasi
Habíamos elegido el Assi Ghat, el más esquinado de los principales ghats de la ciudad, para asentarnos durante los más de 8 días que estaríamos allí. Imposible como es evitar por completo la locura en India, buscábamos algo ligeramente más «tranquilo».
Nos alojamos en Asha Guest House, un edificio muy sencillo con habitaciones pequeñas y terracitas ubicado en un sinuoso callejón junto a la calle principal. Ofrecía la calma que buscábamos.
Dónde comer o cenar en Varanasi
Nos encantaba un restaurante de Assi Road al que acudimos en incontables ocasiones. Era pequeño, muy local y se encontraba en un subterráneo. Algunos se asustarían al verlo, pero la verdad es que comíamos muy bien. Cuando un día me encontré por los ghats a Verónica (a la que conocí en Filipinas) trajimos aquí a ella sus amigas.
Ashok Restaurant
Ubicación
Cerca de nuestro alojamiento, en Assi Ghat, solíamos tomar unas cervezas y cenar en la terraza del Babaji Bistro.
Babaji Bistro
Ubicación
El Ganges y los ghats de Varanasi
A medio minuto entre tiendas de chai, vacas, mendigos y peregrinos, el tráfico cesaba y llegábamos al río. El Ganges. El más sagrado de los sagrados. Allí donde cualquier hinduista quiere morir o ser arrojado para liberar su alma.
También el más contaminado de los contaminados, repleto de desechos humanos de diversa índole. Los millones de creyentes que se bañan aquí te dirían que sus aguas son purificadoras, pero nada más lejos de la realidad.
Varanasi se postra ante el Ganges mediante escalinatas de piedra que se sumergen en el río a lo largo de toda su ribera izquierda. Son los ghats, coronados por fachadas exóticas de palacios y hoteles, y por otras no tan elegantes de hospicios o crematorios.




Estos y los miles de fieles que se bañan y hacen ofrendas aquí a diario son el principal atractivo turístico de la ciudad.




Aquí es mucho más probable toparse con los Sadhus o «hombres santos», que han abandonado todas sus posesiones y deseos materialistas para alcanzar la iluminación. O eso quieren hacernos creer, porque la gran mayoría de los que nos sonreirán por Varanasi no son auténticos ascetas hindúes, y sólo buscan que el turista les dé limosna. Irónico.


Durante estos días acostumbré a caminar por la zona de ghats comprendida entre Assi y Manikarnika. Algo más de 4km que recorrí en numerosas ocasiones. Lo hice al amanecer, al atardecer, a pleno sol, en la penumbra de la noche… Y siempre me topaba con algo nuevo y sorprendente.




Por aquel entonces los ghats estaban invadidos por enormes bloques de lodo, vestigio de previas crecidas del río, que entorpecían bastante el tránsito y recordaban lo variante del caudal del Ganges y lo distintas que deben lucir estas escalinatas dependiendo de la época. El templo inclinado de Ratneshwar Mahadev suele ser la prueba viva de que el Ganges no tiene en cuenta las construcciones humanas a su paso por Varanasi.


Si tengo que recomendar un momento indispensable para recorrer los ghats de Varanasi es el ambiente dorado del amanecer con las primeras multitudes practicando abluciones, cuando levantan entre sus manos el agua cegados por el sol a medida que éste recrudece su reflejo en el Ganges.




Paseo en barco por los ghats de Varanasi
Pero quizás el método favorito de los turistas para observar estos rituales sea subirse a bordo de una barca, que puede contratarse aquí o regateando en los propios ghats. Una forma estupenda de contemplar toda la caótica orilla de edificios desordenados y personajes singulares.


La noche también es un momento especial para un paseo por el río, pero de eso hablaremos en el próximo artículo.
Ganga Aarti en Dasaswamedh Ghat
Y hablando de la noche, es bajo su manto negro cuando se celebra la cara más vistosa de uno de los eventos tradicionales en Varanasi: el Aarti.
Esta ceremonia hindú se realiza en todas las ciudades sagradas por las que pasa el Ganges (aunque yo también la vi en Ayodhya), y en el caso de Varanasi la más multitudinaria es en el ghat de Dasaswamedh. También pude disfrutarla en el Assi Ghat.


De hecho, el Ganga Aarti en Dasaswamedh fue mi primera gran experiencia en Varanasi tras llegar a la ciudad. A camino desde Assi Ghat, nos topamos con la muchedumbre ya agolpada sobre tierra y agua. No sé cómo, logré sortear el gentío y alcancé una posición privilegiada junto a uno de los enormes bafles que emitían la música (quedando medio sordo en el proceso).
Frente a mí, cinco pandits o sacerdotes hindúes sobre una plataforma que mira al río dibujaban formas en el aire con incienso y lámparas en llamas de diferentes tamaños.


Su objetivo, muy simplificado, es iluminar a la diosa Ganga e impregnar el fuego de su divinidad. Después, los espectadores podrán «recoger» esta divinidad con las manos y llevársela al cuerpo en un intento de bendecirse y purificarse.
La fervorosa pasión hindú por complacer a los dioses se ve acrecentada en Varanasi por la cercana perspectiva de la muerte. Ésta flota en el aire de la ciudad junto al humo y a las brasas y, como os enseñaré en el siguiente artículo, enfrenta hasta al más recio visitante a las emociones más crudas…
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