Mis 10 mayores ventajas para viajar
Estuve riéndome de mí mismo en este post sobre mis problemas al viajar, pero ahora me voy a tirar algunas flores… Si leéis el anterior pensaréis «¡Quédate en casa pringao!». No, oiga no, que yo tengo mis ventajas a la hora de recorrer el mundo. Éstas son algunas:
1. I speak english pitinglish.
Seguramente tú también controlarás el inglés, pero aunque no lo hagas sabrás lo importante que es manejar este idioma para desenvolverse por el mundo. Hasta los 15 años era un desastre con este idioma, pero por suerte a partir de entonces tuve mejores profesores y me di caña a mí mismo por medio del auto-aprendizaje. Hoy en día, es mi tercera lengua, tras el castellano y el euskera. ¡Qué fácil es viajar con él!
2. Exigencia nivel -50
Habiendo crecido como una persona rodeada de comodidades, hay que reconocer que cuando viajo soy poco exigente. Evidentemente, preferiré que allí donde duerma o el transporte en el que me mueva sea bonito y cómodo… pero no creáis que me quejo cuando las condiciones dejan que desear. Lo acepto y ya está. Me conformo con muy poco. Y lo sé porque cuando la mayoría de personas a mi alrededor se está quejando, yo asimilo el momento con positividad.
3. Dos tazas de tolerancia
La tolerancia es uno de los pilares de mi personalidad, tanto en casa como viajando por el mundo. Considero que aquello que no hace daño a nadie ni a nada ajeno debe ser respetado y protegido. Por eso, ante cosas que a otros pueden escandalizar o molestar o incomodar… yo respeto y valoro. ¿Que si es una ventaja? Por supuesto. Viajando nos vemos inmersos en culturas y mundos completamente distintos, y sumergirte en ellos sin prejuicios y aceptando todo lo que ves es algo que contribuye a tu integración y tu disfrute.
4. No soy Usain Bolt, pero no estoy mal…
Estar en buena forma no implica ser atleta, no lo soy, pero me gusta hacer deporte y encontrarme bien conmigo mismo, sentirme fuerte y saludable. Este estado físico se traduce en mayores posibilidades a la hora de viajar. Puedo llegar más lejos y adentrarme en lugares en los que alguien sin un buen fondo físico no podría con tanta facilidad. Y repito: no soy un atleta. Corro, hago montaña, gimnasio… Seguro que tú estás igual de bien que yo.
5. ¿Sufrimiento? Déjamelo a mí
En relación al punto anterior y al primero, no me importa sufrir y sudar cuando sea necesario. A muchas personas estas dos palabras les darán terror, y buscarán siempre el camino más corto o la opción del «mínimo esfuerzo» (quedarse tumbados en la playa). Pero si yo tengo que ensuciarme y pasarlas p$#*s para llegar a un objetivo, lo haré. ¿Comodidad? Recordad, «la vida comienza al final de tu zona de confort».
6. Dabid el camaleón
Bueno, ésa es una manera exagerada de decirlo. Me adapto bien al lugar en el que esté. Y con adaptarme no me refiero a vestirme con las ropas típicas (que también, ¿por qué no? véaseme aquí) sino en un sentido más anímico. En casa tengo mis manías, mis gustos, mis caprichos… y eso nunca cambiará, pero sí intento camuflarlos, esconderlos durante un tiempo para dejar que el lugar me transforme un poco.
7. La brújula andante
Desde siempre he tenido un buen sentido de la orientación. Lo comprobé cuando me perdí durante mi mes de vida en Inglaterra y pude encontrar mi casa de entre un océano de urbanizaciones idénticas, o también cuando estudié para guía de montaña y podía sacar a mis «clientes» de bosques nevados en los que hasta el profesor se perdía… Y creedme, en ciudades extrañas de calles caóticas es un gran punto a mi favor.
8. Experto en relaciones públicas
Así como siempre he sido tímido, es verdad que se me da bien tratar a las personas, manejar las palabras con tacto y resultar agradable y respetuoso. En el mejor de los casos puedo hacer amigos de todas las partes del mundo, en el peor de los casos puedo utilizar la diplomacia para escapar de malos rollos y situaciones peligrosas. A ver si me contrata la ONU para poner algo de paz en el vecindario… hehehe.
9. Ni caso a mi madre, no soy un «cabra loca»
Que cometa alguna pequeña locura de vez en cuando no quiere decir que sea un irresponsable. De hecho, cuando viajo siempre llevo la sensatez y la seguridad por delante. Esto enlaza perfectamente con una de mis desventajas al viajar: a veces me preocupo tanto que me olvido de disfrutar. Pero que soy responsable no me lo podrán negar, y esta responsabilidad (en su justa medida) me puede librar de muchos disgustos.
10. Yo VS mis miedos
Pero si hay algo que me da ventaja para recorrer el mundo, es que no les tengo miedo a mis miedos. Sé que están ahí, sé que tengo que mejorar muchas cosas de mi mismo, y las haré frente a todas. El primer paso es afrontar el miedo. ¿Tú lo has hecho ya?
No Hay Comentarios