Paso de Ganda, primer reto del trekking en Ladakh
Ganábamos altura de forma pausada pero constante en nuestro trekking en Ladakh. Las nieves más recientes, que cada día retrocedían un poco bajo el incansable sol, estuvieron pronto al alcance de nuestra mano. La vegetación aparecía tímidamente donde las rocosas laderas de curioso tono morado daban un respiro.
Y allí, junto al murmullo del riachuelo que descendía desde las blancas cumbres al fondo, pastaban y descansaban unos cuantos yaks.


Tras apenas 3 horas de ascensión, divisamos un edificio de altos muros, la casa en la que pasaríamos nuestra primera noche. Era Yurutse, a 4.150 metros. El de hoy había sido un trayecto corto, pero suficiente para preparar nuestro cuerpo a la altitud.


Yurutse, primera noche de trekking en Ladakh
La familia de Yurutse nos recibió cortésmente y nos indicó nuestras habitaciones. Éramos los únicos montañeros y, quizás por eso, a excepción de nuestros comentarios, el lugar estaba dominado por un profundo silencio.


No tardaron en ofrecernos nuestro primer chai, que tomamos acompañado por galletitas en la sala común, una estancia tradicional con vigas y columnas de madera inclinadas, artilugios de latón adornando las estanterías, y moquetas y alfombras de vivos colores para aportar calidez.


Cuando el resto se fue a echar la siesta, yo subí a una de las azoteas y me tumbé sobre un viejo colchón. Soplaba una brisa fresca pero me golpeaba el sol, así que sus efectos se anulaban entre sí, y supe que no encontraría mejor lugar para descansar aquella tarde. Allí echado, con las manos tras la cabeza, tuve una revelación tonta: no había estelas de aviones en el cielo, y me encantó esa sensación de aislamiento, de estar muy lejos de todo.
Al cabo de un rato, el viento trajo hasta mí una voz. Alguien cantaba. Comenzó a rebotar con más poderío entre las montañas, como si algún espíritu budista se hubiera puesto a cantar sobre las cimas, y bajé al camino para ver de dónde provenía. Provenía de una estrecha franja de cultivo ocre que un grupo de locales trabajaban en aquel momento. En el medio, seis yaks atados a un palo central daban vueltas y pisoteaban las briznas conducidos por un hombre que entonaba esa melodía.


La noche fría y la oscuridad acabaron por alcanzar este rincón de las montañas y, tras la cena, no nos quedó otra cosa por hacer que ir a dormir. Yo alargué un poco más mi jornada para sacar algunas fotografías del cielo nocturno, pero pronto el agresivo viento me empujó a mi habitación.
Ascensión a Ganda La, primer paso alto de montaña
Más nos valía desayunar bien en Yurutse, porque nos esperaba una ascensión despiadada hasta los casi 5.000 metros de Ganda La. Poco después de partir, alcanzamos las nieves.
Las crecientes vistas y alguna que otra adorable marmota amenizaron una subida en la que nuestros pulmones comenzaron a verse más afectados. Yo, aunque notándome más mermado de fuerzas, avancé sin grandes dificultades por la última ladera, con el collado de Ganda ya a la vista.


Antes de alcanzarlo, aproveché para hacerme unos cuantos autorretratos frente a las cumbres más imponentes de la cordillera. El pico detrás de mí es el Stok Kangri, el más alto de Ladakh con sus 6.153 metros.
Las banderolas de oración sacudidas por el viento nos indicaron la realización de nuestro primer gran reto: llegar, en menos de un día, de los 3.396 metros de Zingchen a los 4.973 metros de Ganda. Si nuestro cuerpo respondía bien a este desnivel, no habría nada que nos parara. Aquí, por primera vez, nos cruzamos con otros senderistas extranjeros. Estos hacían el trekking en sentido opuesto a nosotros, igual que los caballos y porteadores que en esos momentos atravesaban también el paso.


Descenso hacia Skyu
El culo pesaba sobre aquella roca en la que habíamos decidido darle un respiro al cuerpo, pero había que reanudar la marcha pronto, porque quedaba un largo camino de vuelta hacia altitudes más amables… Nuestras vistas se clavaban ahora en el fondo de todo ese laberinto de montañas. Entre ellas, en alguna parte, se encontraba Skyu, nuestro objetivo final para aquel segundo día de trekking en Ladakh y comienzo del Valle de Markha.
Que la cuesta abajo no nos engañara, Skyu se iba a hacer de rogar.
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