Filipinas

Buceando en la increíble isla de Balicasag

Llegábamos a Alona tras nuestro breve periplo por Bohol cuando, a punto de devolver la moto, nos encontramos con Iñigo, dueño de Pata Negra Divers, con quienes haría el buceo en Balicasag al día siguiente, y nos dijo que alargáramos un poco el alquiler si podíamos, porque nos quería llevar a un sitio chulo.


Le seguimos a rebufo a través de la isla de Panglao hasta que la vegetación predominó a los lados por encima de las casas. Aparcamos las motos y seguimos un estrecho camino de arena. «¿A dónde vamos?» «A un sitio secreto» -nos dijo. El sendero acababa en una tranquila y desértica playa iluminada por un sol que estaba a punto de ocultarse. El horizonte era ocupado por una larga línea oscura, la isla de Cebu, y el agua que nos separaba de ella un espejo inamovible.



No supimos cómo agradecerle aquel detalle tan hermoso. Sólo nos pidió que no contáramos dónde estaba aquella playa. Aunque podría deducirlo, la verdad es que no sé dónde está ni necesito saberlo.



Cuando la oscuridad ya nos envolvía hicimos una nueva parada en Poblacion, junto a su Iglesia de St. Augustine, y nos asomamos a la costa para observar las bangkas agolpadas con la marea baja, y con el rojo de las nubes, últimas testigos de la luz del día, como telón de fondo.


Buceo en Balicasag Island

Me desperté emocionado porque ese día bucearía, al fin, en las aguas de Balicasag, uno de los mejores puntos de buceo de Filipinas. Como nuestro hostal y la escuela de Pata Negra están pegados, sólo tuve que caminar diez pasos tras salir de mi habitación para preparar mi equipo y conocer a Julius, mi instructor.



Abordamos la bangka en Alona y pusimos rumbo hacia esta isla redondeada rodeada de aguas de un azul turquesa espectacular. De verdad, no podía dejar de observar este color. El agua era tan cristalina que se veían perfectamente las innumerables tortugas que nadaban por ella. Neda se entretendría con el snorkeling mientras yo me sumergía en las profundidades.


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Aquel día mi buceo en Balicasag consistió en dos inmersiones en dos localizaciones diferentes: Divers Heaven y Catedral. La visibilidad era muy buena y cuando descendimos a aquella planicie de arena blanca pudimos nadar junto a algunas tortugas mientras progresábamos hacia el oscuro abismo.



Asomados sobre este precipicio submarino contemplamos por primera vez las paredes repletas de tesoros coralinos que recorreríamos durante la siguiente media hora. Julius, con una experiencia y vista entrenadas tras más de 5.000 inmersiones, me iba indicando elementos y criaturas singulares que encontraba en la pared.



Alguna tortuga se cruzaba en nuestro camino y buscaba alimento entre los coloridos brazos del arrecife. Madre mía, este sitio no puede ser real. ¿Por qué había tardado 26 años en descubrirlo?



En Catedral nos encontramos con los impresionantes bancos de jackfish que se revolvían como un torbellino frente a nosotros o incluso llegaban a rodearnos. Mirando hacia arriba, buscando la claridad del día, parecía que nos envolviera un gigantesco tornado de peces.



No es que lleve demasiadas inmersiones a mis espaldas, de hecho muy pocas, pero si Balicasag no es de lo mejor que se puede experimentar bajo el agua, no sé cómo será lo mejor. A mí me dejó con la boca abierta, con lágrimas en los ojos. Me desbordó aquella belleza y, sobre todo, como siempre me pasa, la sensación de vulnerabilidad de este lugar que, como los demás ecosistemas marinos del planeta, está en serio peligro.



Deseé que el aire no se acabara nunca, pero aquellas dos inmersiones pasaron a la velocidad de un parpadeo.



Nos quedamos un par de horas más en el barco, flotando frente a la orilla de Balicasag en este mar azul deslumbrante, mientras otro par de buceadores llevaba a cabo unos cursos. Yo no tenía prisa por volver a tierra, no quería hacerlo, de hecho me hubiese quedado a vivir aquí para visitar aquellas paredes coralinas todos los días de mi vida…


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¿Sabéis qué? Me alegro de haber pasado por Panglao, Bohol y Balicasag de forma breve y apresurada. Ello hace que volver a ellas con más calma, con más tiempo para explorarlas, no sea una opción sino una obligación. Así que tengo el presentimiento de que no pasará mucho tiempo hasta que me vean por allí de nuevo.



A Iñigo le agradezco su amistad y a Julius su genial apoyo como instructor por un día. Nos vemos pronto.

[Actualización agosto 2019] Iñigo y el resto de instructores españoles ya no se encargan de Pata Negra Divers.

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David

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