Egipto

Templo de Karnak: el Nilo nos conduce a esta fortaleza religiosa


Tras salir del Templo de Luxor, arrimados a la orilla del Nilo, fuimos «agasajados» con incesantes propuestas de transporte por el río, algo a lo que te debes acostumbrar o si no te amargará el viaje. Aunque nuestra respuesta inicial era negativa, decidimos jugar un poco al regateo para ver qué precios podíamos lograr. La oferta obtenida para cruzar el río con las bicis a cuestas nos pareció atractiva y, dado que el sol pegaba fuerte y queríamos hacer tiempo antes de pedalear hasta Karnak, decidimos aceptarla y conocer brevemente la otra rivera.


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Bote privado para cruzar el Nilo (ida): 30 EGP
Este bote nos esperaría una hora en el muelle hasta que regresáramos para llevarnos de vuelta a la rivera este.


Tenemos entendido que se puede cruzar en una barca «pública» por 5 EGP


Seguimos un paseo de tierra hacia el Sur deteniéndonos en rincones singulares. Pronto dejamos el ajetreo portuario, el ruido de los motores de los cruceros, los edificios ocres… y nos vimos rodeados por el verde de las fértiles tierras inundadas y los campos arados sobre los que rumiaba el ganado.


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El joven dueño de la embarcación nos esperaba sonriente a nuestra vuelta.



El camino hacia Karnak, junto al río, supuso una enorme sorpresa. Gran parte de él estaba restringido al tráfico, con aceras anchas, zonas verdes, magníficos miradores… Era la primera zona pensada únicamente para el peatón que veíamos en Egipto. Andar en bici por aquí, o incluso sentarse en un banco a contemplar el Nilo sin el ruido de los coches o el agobiante acoso de los patrones de barco, era una delicia.



Aunque nuestra intención era almorzar antes de acceder al templo, los precios de la comida en las afueras del complejo eran -lógicamente- estratosféricos. Por tanto decidimos alargar el hambre y retrasar el almuerzo para cuando volviéramos al centro de Luxor.

Visita por libre al Templo de Karnak

Templo de Karnak: 120 EGP
60 EGP con carné de estudiante.


Dicen del templo de Karnak que era el centro religioso más importante del Antiguo Egipto y sigue siendo a día de hoy el conjunto de templos más grande. La maqueta expuesta en su entrada da buena fe de su magnitud. Durante siglos los diferentes faraones hicieron sus propias aportaciones al complejo hasta convertirlo en la enorme fortaleza de la cual un gran porcentaje, afortunadamente, permanece en pie. Y todavía hoy se siguen descubriendo vestigios de la época, como ha ocurrido dos días antes de escribir este artículo.



Aunque antaño el propio Nilo llegaba a sus puertas por medio de un embarcadero, eso ya no es posible. Nosotros accedimos a pie a su dromos de esfinges con cabeza de carnero, y atravesamos sus dos imponentes pilonos inacabados.



Tras ellos se abría un gran patio a cielo abierto que, encauzado por los restos de una hilera de columnas, conducía a la entrada de la espectacular sala hipóstila.



La sala hipóstila es quizás el elemento más célebre y más fotografiado de Karnak. No es para menos. Está formada por 134 columnas monumentales de las cuales 12, las centrales, son aún más altas y anchas. De 21 metros de altura nada menos. Esta elevación central permitía la existencia de ventanas en la parte superior para iluminar la estancia.




Bien merece una buena hora recorriendo los recovecos de esta sala y admirando los dibujos de sus columnas. Así como el templo de Karnak merece horas caminando con tranquilidad por toda su superficie, disfrutando de obeliscos que han sobrevivido, santuarios que conservan la pintura de sus paredes o su lago sagrado.



La distribución de los edificios de Karnak e incluso sus formas arquitectónicas respondían a firmes creencias religiosas y configuraban una representación física de la mitología egipcia. Era el hogar de un dios, el dios Amón, y por lo tanto conocer su importancia y significado es imprescindible para valorarlo. Es un tema realmente interesante, demasiado extenso para escribir sobre él aquí, pero os animo a buscar la información en Internet, así como qué uso se le daba a este conjunto de templos y cuál era su influencia en las vidas de faraones, sacerdotes y pueblo.
El hambre y el cansancio nos invitaron a volver a por nuestras bicis e iniciar el camino de vuelta a Luxor, pero yo, la verdad, no me quería ir de allí. Karnak es apasionante.

Lee más sobre Karnak en National Geographic


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Cae la tarde en Luxor, a la orilla del Nilo

Comimos un riquísimo falafel por 5 libras en un pequeño puestito callejero que gestionaban unos chavales y nos detuvimos en el paseo peatonal a comerlo y a observar el atardecer, que poco a poco volvía anaranjado el cielo sobre la orilla occidental del Nilo.



Llegar de noche al centro de Luxor nos permitió también contemplar las ruinas del templo homónimo con su iluminación nocturna. Si se tiene tiempo, creo que vale la pena ver estos templos tanto de día como de noche, y no creo que el precio de la entrada sea tan alto como para convencer de lo contrario.


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David

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