Viajar con amigos
Con la explosión del turismo y del «mochilerismo», muchos se han apresurado a hacer definiciones y clasificaciones de las diferentes formas de viajar. Parece existir un diccionario en el que uno debe consultar el tipo de viajero que quiere ser, para así etiquetarse y unirse al gremio. Los mismos creadores de este diccionario decidieron un día establecer cuáles eran las mejores maneras de viajar, las más auténticas. Si te encuentras con uno de ellos, probablemente te diga lo que debes comer, dónde debes dormir, las guías a las que NO debes hacer caso… y sobre todo: que tienes que viajar solo.
No me malinterpretéis, entiendo las razones que se dan para recomendar el viaje en solitario. Uno aprende mucho, es más libre, se conoce mejor a sí mismo, y hace muchos más amigos. ¿Pero viajar solo es mejor? ¿Por qué? Tal vez sí… o tal vez no. Basta de etiquetar.
Yo he tenido mis breves experiencias como viajero solitario, y tengo que decir que uno se siente liberado, la mente se abre. Pero, ¿tengo que opinar a la fuerza que viajar solo siempre será una mejor opción? Para nada. Ningún viajero debería decirle a otro cómo debe viajar (al margen de la concienciación sobre turismo responsable), no porque sus consejos vayan a ser malos, sino porque cada persona es diferente, y lo que funciona para uno puede no funcionar tan bien para otro.
He escuchado mil y una veces el consejo de que debo viajar solo, de que es la experiencia definitiva, de que veré lo coartado que estaba viajando acompañado… ¿Cómo pueden decirme eso sin conocerme? La gente cree que lo que les sirve a ellos vale para todos, y se equivocan.
Pondré un ejemplo totalmente personal. Suelo ir solo al cine cuando no hay ningún conocido que quiera venir conmigo. Me gusta el cine, y si quiero ver una película… voy. Sin más. El hecho de que no venga nadie conmigo no me va a estropear el plan. Y lo mismo haré cuando quiera hacer algún viaje y no encuentre ningún compañero, tendré que ir solo. Pero en mi caso, disfruto mucho más una película si hay alguien a mi lado que también la está disfrutando. Es casi como si me alimentara de sus reacciones y su percepción. Por eso siempre que me encanta una película, no tengo reparos de ir a verla de nuevo con alguien, o de ponerla en casa para que la vean mis padres… porque me siento bien compartiendo la experiencia con alguien. Viajando me ocurre igual, siento que mis emociones se amplifican si puedo compartir los momentos con un amigo o varios.
Por eso, en mi caso, viajar solo nunca será mejor que hacerlo con alguien con quien estoy a gusto. La soledad siempre me aportará aprendizaje, desafíos, nuevas amistades… Pero todos y cada uno de mis momentos valdrán más si los comparto con alguien y puedo girar la cabeza y ver la misma emoción o asombro en la cara de quien me acompaña. De ahí que siempre intentaré reclutar amigos para mis viajes, y siempre esperaré con ilusión que su respuesta sea ‘sí’.
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