Qué ver en NORUEGA: 25 lugares para visitar en los fiordos noruegos
Noruega, que con su alargada silueta se extiende hasta el Ártico, deja un rastro de paisajes impresionantes esculpidos por eras glaciales y un sinfín de pueblitos y ciudades diseñadas para resistir a los duros inviernos. Para hablar sobre qué ver en Noruega, por el momento, dejaremos a un lado el inhóspito norte y enclaves como Svalbard, Tromsø o las Islas Lofoten, y nos centraremos en lugares que son más alcanzables si nos animamos a hacer -por ejemplo- un road trip por el país. ¡Apunta!
Oslo, la capital
Aunque una capital escandinava puede imaginarse fría y aburrida, Oslo se muestra accesible, diversa y acogedora. Puede satisfacer a aquellos que buscan arquitectura moderna, a los que buscan arte, a los que buscan historia vikinga, a los que buscan ambiente nocturno… incluso a los que buscan relax en entornos naturales como su bahía o sus parques.

Bergen, entrada a los fiordos
Si Oslo es la capital de la nación, Bergen es la capital de los fiordos. Aunque a mí no me resultó tan interesante como la primera, su casco histórico, el llamado bryggen, regala una bonita estampa de arquitectura e historia centenarias. Hasta aquí llega el famoso tren Oslo-Bergen, que atraviesa algunos de los paisajes más espectaculares de Noruega y es considerado uno de los viajes ferroviarios más bonitos del mundo.
Rjukan, el pueblo sin sol
A medio camino entre Oslo y los fiordos del sur se puede visitar este pueblo al que, debido a su ubicación en un angosto valle, durante muchos meses del año ni siquiera da el sol. Para «arrojar un poco de luz» se instalaron unos enormes espejos en una montaña colindante que reflejan los rayos solares y los concentran en la plaza del pueblo.
Iglesia de Heddal
De entre todas las stavkirke (iglesias de madera medievales) que podemos ver en Noruega, hay algunas que sobresalen especialmente por su antigüedad, por su conservación, por su magnitud… La iglesia de Heddal es una de estas últimas, siendo la más grande del país. Ha sido ampliamente restaurada en siglos recientes, por lo que pocas partes de ella se remontan al siglo XIII, pero es igualmente digna de ver.
Lillehammer, sede invernal
Por la carretera E6 desde la capital se llega a Lillehammer, una pequeña y tranquila ciudad popular por ser sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1994. Sigue siendo un centro deportivo para los amantes de los deportes invernales, e incluso en verano se puede ver a los esquiadores lanzarse por su plataforma de salto.
Røros, escenario de cuento
Aunque este pueblo ya agrada con sus edificios coquetos contemporáneos, sus fachadas de colores y sus estudios de arte, se ganará nuestra impresión -como se ganó el título de Patrimonio de la Unesco– gracias a su antiguo barrio minero, en el que se conservan casitas de madera con tejados de hierba donde antiguamente vivieron aquellos que se dedicaban a la extracción del cobre.

Stavanger, la más alegre y colorida
Puede que Stavanger no sería tan exitosa entre el turismo sin tener tan cerca el Púlpito, pero sería injusto. Ésta es una ciudad tranquila y vibrante a la vez, con barrios de madera y colores que calman el alma; y cafés, restaurantes y muestras de arte urbano que contribuyen a un ambiente y una vitalidad inmejorables.

Kjerag, la roca flotante
Esta roca atascada en el aire sobre un precipicio de 1.000 metros es una de esas estampas de Noruega que ocupan portadas. El trekking hasta ella es bonito y relativamente sencillo, quizás algo exigente para quienes no tengan experiencia en montaña, y subirse a la roca de Kjerag una temeridad opcional reservada a los corazones más impávidos.

Cascada Månafossen
Si vas camino de Kjerag desde Stavanger, puedes desviarte levemente y hacer una breve parada en la que es una de las cascadas más fotogénicas de Noruega: Månafossen. Una empinada -y en ocasiones complicada- subida de aproximadamente media hora (dependiendo del ritmo) conduce al balcón natural desde donde divisarla.
Preikestolen, el Púlpito
¿Es éste el rincón más fotografiado de Noruega? Puede que sí. Nadie se queda indiferente ante la visión de esta mole de roca asomada sobre el Lysefjord, 1.000 metros por encima de sus aguas. La ruta hasta Preikestolen no es excesivamente larga ni compleja, aunque el verdadero reto lo tendrán que superar las personas con vértigo.

Trondheim, elegancia hecha ciudad
Caminar por Trondheim es enormemente cómodo, con sus avenidas amplias y sus calles peatonales. Merece la pena realizar una pequeña ruta por la ciudad, desde su vistosa catedral gótica de Nidaros, pasando por su puente de madera hacia el colorido bryggen, y subiendo hasta el fuerte Kristiansten, que hará las veces de perfecto mirador.
La carretera del Atlántico
Algunos creerían que una carretera sólo es un medio para ir de un lado a otro, pero en Noruega esto no es así. Es el caso de la carretera del Atlántico, que además de vía de transporte es una atracción turística debido a lo sinuoso de su recorrido y a sus curiosos puentes, los cuales le permiten avanzar isla tras isla en un paisaje dominado por el mar.
Ålesund, la ciudad-isla
A merced de los vientos y las olas del Atlántico sobresale de entre las frías aguas un conjunto de calles y edificios de estilo Art Nouveau que componen la ciudad de Ålesund. Como parte de su encanto se basa en su entorno, es imprescindible subir los 418 escalones hasta el mirador de Fjellstua. ¡Preciosa vista!

Trollstigen, carretera del trol
Adentrándose desde el norte hacia los principales fiordos está la endiablada carretera de Trollstigen, una obra de la ingeniería sobre precipicios y entre cascadas que, como aquella del Atlántico, ha pasado de ser una mera vía de transporte a un destino turístico con su propio parking, mirador y centro de visitantes. Tanto el paisaje como la carretera son espectaculares.

Fiordo de Geiranger
Geiranger es, quizás, el fiordo más conocido de Noruega. Hasta aquí llegan todos los años decenas de cruceros repletos de turistas atraídos por las verticales paredes y las cascadas que caen por ellas, como la de las «Siete Hermanas». El fiordo no sólo se disfruta desde el agua, también desde sus numerosas sendas y desde el impresionante mirador de Ørnesvingen.

Parque Nacional de Jotunheimen
Por algo su nombre significa «Hogar de los Gigantes», porque sus montañas y valles y glaciares parecen diseñados para algo más grande que nosotros. Podrás recorrerlos a través de numerosas rutas y, si tu afición por la montaña va más allá, atreverte con alguno de sus picos de más de 2.000 metros, como el Galdhøpiggen, el techo de Noruega y Escandinavia.

Cascada Tvindefossen
Una de las cascadas más bonitas que podemos ver en Noruega es Tvindefossen. Situada junto a la carretera cerca de Voss, el camino llega hasta su base y, cuando cae suficiente agua, se puede sentir el frescor de sus gotas en suspensión en la cara. Además, justo debajo de ella hay un camping en el que dormir escuchando el rugir del agua.

Iglesia de madera de Borgund
De las iglesias de madera medievales de Noruega la de Borgund, para mí, es la más bonita. Opiniones a parte, ésta stavkirke es la mejor conservada, manteniendo su aspecto original desde el siglo XII. Se encuentra en un valle precioso, rodeada de lápidas, y aunque hay que pagar para acceder a su recinto, se puede observar gratis desde el exterior.
Túnel de Lærdal
¿Un túnel? ¡Pues sí! Un túnel como imprescindible que ver en Noruega, y se encuentra justo al lado de Borgund. Es nada más y nada menos que el túnel de carretera más largo del mundo, ¡24,5 km bajo la montaña! Es tan largo que los ingenieros planearon tres zonas amplias e iluminadas con colores para que los conductores descansaran la vista o pudieran detenerse.
Fiordo Aurland y valle de Flåm
Al otro lado de este túnel se encuentra el fiordo de Aurland, en el que es imprescindible subir al mirador de Stegastein para una impresionante panorámica. Al final del fiordo se encuentran Flåm y su valle, por el que discurre el famoso tren de Flåm, transporte ferroviario considerado uno de los más bonitos del mundo y que resulta ser la única forma de llegar hasta la cascada Kjosfossen.
Parque Nacional de Jostedalsbreen
Si se tienen ganas de montaña y hielo, qué mejor que visitar el glaciar más grande de Europa continental: Jostedalsbreen. Lo más habitual es acercarse a las localidades de Fjærland o Gaupne y desde allí aproximarse a lenguas glaciales como la de Bøyabreen o Nigardsbreen, para admirarlas desde la distancia… ¡o caminar sobre ellas! (con guía y equipo)
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Cascada Vøringfossen
Hablando de cascadas que hay que ver en Noruega nos topamos con Vøringfossen, una caída de agua de 183 metros en un angosto barranco sobre el que se asoman varios miradores (naturales y artificiales) desde los que presenciar el violento torrente. Recientemente, además, se ha estrenado un puente que cruza la cascada sobre su parte superior.
Trolltunga, la lengua del trol
Trolltunga es un capricho de la naturaleza que supera la imaginación humana, una lengua de piedra que sobresale por encima del abismo frente a unas vistas de proporciones épicas. Llegar hasta aquí no es lo más fácil, y sólo los montañeros y deportistas se sentirán cómodos, pero merece el esfuerzo. En mi caso, mi experiencia favorita en Noruega.

Cascada Låtefossen
Hay tantas cascadas que ver en Noruega que esta lista podría componerse sólo de ellas. Las hay para todos los gustos, también para tocarlas desde el coche. Y es que Låtefossen cae con furia y pasa por debajo de un viejo puente de roca que sostiene la carretera, hasta el punto de que si el caudal fuera muy grande… yo me plantearía si pasar por aquí 😅.
Sognefjord, el Fiordo de los Sueños
Es el fiordo más grande de Noruega y el segundo más grande del mundo. Tal es su dimensión que no podemos definirlo nombrando un único lugar, y seguramente pasarás por él de una u otra forma. De hecho, ramales internos del Sognefjord los hemos mencionado en puntos previos. Si quieres ver su cara más espectacular, ve al ramal de Nærøyfjord. Alucinante.
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