Atravesamos la carretera de Trollstigen, la escalera del trol en Noruega
La siguiente parada del viaje sería el imponente fiordo de Geiranger, pero nosotros no tomaríamos el camino más corto desde Ålesund, sino que daríamos un rodeo con el objetivo de atravesar la carretera de Trollstigen. Para ello debimos retroceder hacia el Este, hasta la localidad de Åndalsnes. Las carreteras están perfectamente señalizadas. Un desvío hacia el Sur se adentraba en el valle y pronto grandes paredes verticales se levantaban a nuestro alrededor.
Desde aquí, la única salida es volver sobre nuestros pasos o atrevernos con la imponente «escalera del trol». La carretera parece estrellarse contra un callejón sin salida de roca negra, pero los hábiles ingenieros noruegos, allá por 1936, lograron construir un paso que evitara esta verticalidad impracticable.


Once curvas de 180 grados, y una inclinación del 9%, hacen equilibrios sobre la pared de la montaña y saltan sobre cascadas, como la principal Stigfossen, de 320 metros. Un puente a medio camino permite acercarse al furioso torrente.
La carretera de Trollstigen fue rehabilitada en 2005, pero esto sigue sin ser un simple paseo. La estrechez de la vía, la inclinación, los giros y el hecho de burlar un precipicio de cientos de metros hacen que se requiera cierta habilidad al volante. Por si la cosa no fuese ya suficientemente complicada, durante el ascenso (o descenso) hay que lidiar con innumerables autobuses o caravanas de grandes dimensiones. Deberás fijarte en lo que tienes por delante y calcular si debes esperar en uno de los arcenes ampliados.
No siempre se podrá disfrutar de la conducción en este espectacular lugar. Trollstigen está cerrada durante los meses en los que la meteorología es adversa, normalmente entre octubre y mediados de mayo, aunque puede variar. De todas formas, si aún abierta no se pasa por ella a horas muy tempranas, la gran afluencia de vehículos no permite disfrutarla del todo.
Aquí los miradores se encuentran por doquier, pudiendo realizar pequeños paseos en las zonas montañosas superiores. Pero el Gobierno noruego cedió a la gran demanda turística, y en la raíz de Stigfossen se construyó un moderno complejo con diferentes servicios, aparcamiento gigante incluido. De este edificio parte un camino perfectamente acondicionado que tras pocos minutos llega a una pasarela artificial con vistas panorámicas del valle y la carretera.
Si andas un poco más allá, introduciéndote por senderos más precarios, encontrarás lugares más tranquilos, sin turistas. Eso es lo que hicimos nosotros.
Da igual desde dónde la mires, Trollstigen es impresionante y con razón mundialmente famosa.
Superado este espectacular escollo montañoso, la carretera avanza tranquila hasta la localidad de Valldal. Aquí hay dos tipos de ferrys, uno que recorre todo el fiordo hasta la propia Geiranger (y que debe ser impresionante) y otro que nos llevó hasta la orilla opuesta, Eidsdal. A bordo de este ferry nos encontramos con un padre guipuzkoano y sus dos hijas, también ellos realizando un road trip, con los cuales nos encontraríamos más adelante ese mismo día.
Desde Eidsdal se sube a otro puerto de montaña para dirigirse hacia Geiranger de manera más directa. Además, el descenso al fiordo se hace a través de una carretera tan serpenteante y vertiginosa como Trollstigen, pero eso os lo contaré en el próximo diario.
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