Enfrento mi miedo a la India en Nueva Delhi
Durante años pospuse la oportunidad de viajar a la India. Nadie se creía que, interesándome tanto por Asia, delegara a un segundo plano un país tan mítico y tan fundamental en el entendimiento de ese continente. Pero había oído muchas cosas y, lo que es más importante, me conocía demasiado a mí mismo.
Aunque nunca me cerré a nada durante mis primeros viajes, sabía que una sociedad como la de India me iba a impactar más que ninguna otra, y no sabía si sería para bien o para mal. La incertidumbre, y el miedo a no disfrutar de la experiencia, me llevaron a esperar. Esperar a estar más preparado. Ahora sé que tomé la decisión correcta, porque las vivencias en otros países me moldearon, y gracias a ellas he podido vivir India con una mente mucho más abierta.
La ironía es que si Toni y Carme de conmochila.com no me hubieran propuesto este proyecto apasionante todavía no habría dado el paso que me llevara a este país, ni me plantearía hacerlo próximamente, seguramente. Por suerte lo hicieron, y pusimos rumbo a la India con la intención de llegar pronto a la provincia de Ladakh, en las montañas del Himalaya.
Mis primeras impresiones en Nueva Delhi
Unos líquidos brotaron repentina y profusamente de la cocina del avión, junto a la que estábamos sentados. No hubo prisa por parte de la azafata para remediar la enorme cascada improvisada. Un paño bajo el pie para disimular el charco resultante fue todo lo que la tripulante utilizó, mientras un río desatado discurría hacia la moqueta de primera clase. Fue un buen ejemplo de la actitud india respecto al orden y la limpieza, a bordo de un moderno pero maltratado Airbus de la compañía nacional Air India que nos había recogido en Londres antes de caer la noche.
Al pisar tierra no me sorprendió en absoluto la idiosincrasia india. Como he dicho antes, venía entrenado. Las colas son opcionales, la limpieza un lujo escaso, el espacio personal un mito.
Cómo ir del aeropuerto al centro de Nueva Delhi
Airport Express Link a Nueva Delhi: 60 INR
Moderno, rápido y limpio tren que une el aeropuerto con el centro de la ciudad.
OPCIÓN PRECIO UBICACIÓN Taxis Pre-pago 14INR/km
16INR/km (AirCon)2º carril Taxis Post-pago 2SINR/km Pilares 3-5, 15-16 Metro 10-60 INR Seguir señales City Bus 25-100 INR Pilar 18 Interstate Bus Variable Cerca de pilar 18 Shuttle Bus a PTC* Gratis Pilares 9-11 * PTC: Estación de transportes públicos.
Entre la salida del metro y nuestro destino, el barrio «mochilero» de Paharganj, existe un importante obstáculo: la estación de trenes de Nueva Delhi, un amasijo de vías de trenes y vidas cruzadas que se apelotonan viniendo y yendo a innumerables destinos del país. La estación se puede cruzar sin problemas, aun sin billete, para llegar a dicho barrio.
Aquí, en este corazón hiperactivo e incansable de la ciudad, se toma contacto con esa India de verdad, alejada de los relucientes suelos de las terminales del Indira Gandhi.
Dónde dormir en Paharganj: alojamiento decente
En Paharganj dejas de ser una figurita más que da forma al caos para convertirte en una cartera andante. Aquí el ambiente te recuerda que eres un turista, y que moldeas la calle con esa identidad. Las ofertas para entrar en las tiendas, para comprar comida, para montarte en rickshaw o para adquirir cannabis (en un tono muy bajito y con una frecuencia que depende de la pinta que tengas) son aquí tu banda sonora.
All Iz Well (Habitación triple): 3.200 INR
No íbamos a pasar mucho tiempo en Delhi, así que sólo necesitábamos un sitio donde dormir algunas horas. El lugar elegido para esa noche fue, de todas formas, bastante agradable.
Acosados y desorientados por el jet lag, sentimos el potente tirón gravitatorio de la cama, pero si dormíamos ahora no íbamos a lograr ajustarnos al nuevo horario. Tras un par de inevitables cabezadas, salimos a las calles de Paharganj con la excusa de tomar el primer chai.
Sí, experimenté el caos del que tanto me habían hablado. La suciedad, la contaminación acústica, la pobreza a la puerta del hotel… Un conjunto de estímulos preparado para desbordar los sentidos y emociones del extranjero. Pero, como había previsto, ya tenía suficientes vivencias a mis espaldas para soportarlo. India no me iba a dejar indiferente, pero iba a poder relajarme ante ese impacto cultural y, en definitiva, disfrutar de la experiencia.
De todas formas, tenía ganas de que nos moviéramos a un lugar más amable de este país, allá donde el Himalaya fuera una frontera que marcara el comienzo de otro modo de ver la vida y de moldear la rutina. Un Himalaya que, en cambio, parecía alejarse de nosotros cada vez que queríamos alcanzarlo…
Diario siguiente: El Himalaya nos deja tirados en Nueva Delhi
No Hay Comentarios