Kek Lok Si, el templo budista sobre la montaña de Penang
No sé quién propuso la idea de visitar el templo budista Kek Lok Si esa misma tarde. La verdad es que todos teníamos ganas de conocerlo y aquella era una buena excusa para hacerlo acompañados.
Llegar a Kek Lok Si desde el centro de George Town
El templo se encuentra a aproximadamente 1 hora en autobús desde el centro histórico de George Town. Desde Lebuh Chulia se pueden tomar los buses 201 o 203, o si se parte de la estación de Komtar también el 204.
Autobús público a Kek Lok Si: RM 2
Recordad que el conductor no da cambios
Ya en la base de la montaña Air Itam, nos bajamos del transporte y contemplamos el complejo de edificios en la ladera de la colina. Parecía inmenso. Llamaban la atención una altísima pagoda y una gigantesca estatua protegida por una cubierta octogonal.
Antes de llegar se pasa por un estanque repleto de tortugas que se amontonan desesperadas cuando creen que alguien les va a echar comida. Pobrecitas. He leído que en determinadas fechas las liberan, pero no sé yo…
El acceso a todos los edificios (excepto la pagoda) es gratuito, pero obviamente hay que hacerlo con sumo respeto recordando que se trata de un lugar de culto en pleno funcionamiento. No es un simple museo.
Kek Lok Si es, al parecer, el templo budista más grande de Malasia, tan célebre que recibe peregrinos de diversos países extranjeros. Su arquitectura y sus prácticas religiosas son una mezcla de herencias birmanas, tailandesas y chinas, y de las diferentes ramas del Budismo.




Paola y Duncan realizaron alguno de los rituales guiados por Mince.
Sorteando las tiendas de merchandising y souvenirs que entorpecen el ambiente del lugar, se llega a un funicular que salva parte del desnivel hasta los niveles más superiores. Por éste sí hay que pagar.
Otro de los alicientes para subir hasta aquí es la bonita panorámica de toda la ciudad de George Town. Pero las miradas se desvían hacia esa enorme estatua de bronce de Guanyin, una entidad bodhisattva conocida como la Diosa de la Misericordia.


Si el calor aprieta, como fue en nuestro caso, se puede descansar al amparo de la sombra rodeados por estanques llenos de peces antes de iniciar el descenso.
Cada uno volvió a sus aposentos, a por una merecida ducha, y aquel día me vi cenando solo otra vez. Pero yo tenía claro a dónde ir. Lebuh Chulia y su comida callejera me esperaban. Sólo de pensarlo, ya se me caía la baba. Esta vez pedí mi plato de Wan Tan Mee en el puesto de este atareado matrimonio, y aunque todas las mesas estaban ocupadas, un amable señor de Singapur se ofreció a compartir la mesa conmigo. Mira por dónde, al final no cené solo, y mi plato ya estaba vacío cuando seguíamos charlando sobre los viajes de ambos.
Desconozco cómo lo hace, pero George Town siempre sabe cómo hacerme sentir en casa.
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