De las islas Gili a Senggigi, Lombok
La última noche, antes de dormir, tuve la oportunidad de conocer y hablar con mis compañeros de habitación. Uno era un joven yakartés (más exactamente, de un pueblo cercano a Jakarta) que estaba recorriendo su propio país y la otra era Inés, una viajera guatemalteca con la que estuve hablando en inglés hasta que nos dimos cuenta que ambos éramos hispanohablantes. Compartimos experiencias viajeras y nos deseamos suerte en próximas aventuras.
Barca pública de Gili a Lombok
Me daba mucha pena dejar Gili Air, pero me esperaban cosas nuevas en Lombok. Me desperté pronto. Cogí mi mochila, dejé la «cabaña», y me acerqué al embarcadero. Allí un grupo de mochileros y yo esperamos a que nos condujeran a una de las barcas. El traslado dura menos de 10 minutos.
Una vez en el puerto de Bangsal, te atosigan muchos indonesios. «Bus? Bus?». «To bus station?». No les hagáis ni caso. Lo único que quieren es llevaros hasta sus carros para que les paguéis un viaje hasta una estación que está a cinco minutos andando. Algunos incluso os pedirán el billete nada más bajar de la barca, como me paso a mí. No se lo deis. Yo y una pareja de viajeros acabamos en el carro de uno de estos tíos pensando que nos llevaba gratis a la estación (JAJA, ilusos…) porque estaba incluido en nuestro billete. De eso nada. En cuanto nos dijo que teníamos que pagarle X rupias nos miramos entre nosotros y nos bajamos para ir a pie. Si no sabéis dónde está la estación, preguntad a alguien, no tiene pérdida, es una carretera recta desde el puerto.
Furgoneta de Bangsal a Senggigi
En la «estación» (es una especie de restaurante) entregas el billete y te hacen esperar hasta que llega tu furgoneta. La mía llegó de las últimas.
Desde Bangsal la furgoneta recorre una pintoresca carretera costera (la carretera que rodea Lombok) con algunos momentos en los que se disfruta de vistas muy bonitas. Si hacéis este camino en moto podréis parar en algunos miradores, cuando estéis allí sabréis cuáles son, creedme. Lombok nos mostraba su costa casi enteramente salvaje, llena de playas con forma de luna menguante, tierras repletas de cocoteros… La producción de cocos es una de las principales industrias de Lombok, por eso veréis tantas palmeras.
Alojamiento en Senggigi
Llegado a Senggigi me puse a buscar un hostal. Vi que era bastante conocido, y estaba bien ubicado, el The Wira Cafe and Guesthouse. Decidí quedarme en la habitación común, de 11 camas, luego supe que fue una mala idea. Por el momento os diré que si podéis encontrar otro lugar lo hagáis. Lo bueno del hostal es, como he dicho, la ubicación, con la playa a cinco minutos, supermercados justo enfrente… que tiene restaurante justo en la entrada, y que no es un sitio feo… Las cosas malas… os adelanto que tiene que ver con BICHOS.
The Wira Cafe and Guesthouse
Habitación comunitaria (11 camas): RP 100.000
En cuanto pude puse rumbo a la playa (con mi cojera en su peor momento). La playa de Senggigi, que tiene su propio embarcadero, no será la más bonita de Lombok, pero no está nada mal. Su extremo izquierdo, justo enfrente de un lujoso resort, presume de aguas cristalinas y está muy bien para un tranquilo baño.
Yo seguí andando y encontré a unos pescadores en plena faena. Aquí me encontré, ¡otra vez!, con la pareja de holandeses que conocimos en Yogyakarta y que vimos en Gili Air. Parecía que les estaba siguiendo.
Estuve hablando un buen rato con un señor que fabricaba sus propias cerbatanas. Fue una conversación muy amena y curiosa, y aunque me percaté de que su principal intención era venderme una, cuando le dejé claro mi desinterés siguió hablando conmigo y no perdió la sonrisa. Da gusto. Las cerbatanas, todo hay que decirlo, eran preciosas.
Visita al templo Pura Batu Bolong
Proseguí mi lento paseo hacia el sur. Pronto llegué a unas playas de arena cada vez más negra. En ellas había algunos chiringuitos y restaurantes con cojines sobre la arena a la espera de turistas. Pero mi objetivo estaba un poco más allá. Quería llegar hasta el Pura Batu Bolong, un templo hinduista al borde del mar que resultaría curioso de ver. Con el pie sano habría llegado en media hora, pero con las heridas tardé siglos y se me hizo eterno.
El Pura Batu Bolong es buen ejemplo de que aunque se podría considerar Lombok una isla musulmana, su cercanía a Bali se ve reflejada en la comunidad hinduista que hay en ella. Para entrar tienes que ponerte un lacito rosa por respeto a los dioses y hacer una donación (yo dejé 20.000 rupias), no sé hasta qué punto es obligatoria pero supongo que si no das nada aparecerá Siva y te apuñalará con sus cuatro brazos.
Bajo el templo hay una cueva natural.
Deshice el camino recorrido y me quedé a comer una enorme pizza en uno de los restaurantes que había visto antes junto al mar. Además, sentado en esos pufs, de cara al mar, podría disfrutar de la caída del sol. La gente de este sitio, por cierto, fue enormemente servicial, muy simpáticos, interesándose por mi nacionalidad y por mi viaje. Supongo que los pobres, habiendo tan pocos turistas, estarían muy aburridos.
Me fui del restaurante antes de que el atardecer desatara todo su potencial, pero volví al centro de Senggigi por las playas, sabiendo que el cielo se volvería pronto naranja y rojo. Al final, sentado en la arena, recibiendo tres o cuatro gotas del amago de un chaparrón, vi lo que estaba esperando.


De vuelta en The Wira, hablé con el gestor de una agencia. Le pregunté cuál era el mejor modo para ir a las cataratas de Senaru, al norte de la isla. Me ofreció un coche privado y lo rechacé porque el precio no me lo podía permitir (ese plan es bueno si estáis dos, tres o más personas). Así que dijo que podía llamar a un amigo y que él me llevaría en moto hasta Senaru y me acompañaría hasta las cascadas.
Tal vez cometí el error de no consultar en otras agencias y sonsacar a alguna de ellas un precio más favorecedor. La próxima vez lo haré. Y está claro que si la moto la alquiláis y conducís vosotros, os saldrá muchísimo mejor. El caso es que la «excursión», como os contaré en el próximo diario, fue genial… pero también tenía trampa. ¡Aquí no te puedes fiar!
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