Odisea hasta la impresionante cascada de Batad
Nos levantábamos con una misión: encontrar la cascada de Batad. Habíamos despachado a guías locales por el camino asegurándoles que sabíamos cómo llegar hasta ella, pero la verdad es que no teníamos ni idea. Yo calculaba más o menos su ubicación, tras las crestas verdes del lado opuesto de las terrazas pero, como probaría la excursión de hoy, de poco me sirvió la intuición.
¡Ay! Qué placer daba salir de la cama y estirar los brazos frente a la ventana, observando esta maravilla de paisaje. Nos cargamos de fuerzas con el desayuno de Rita’s Mount View e iniciamos la marcha. Hoy intentaríamos dosificar esfuerzos escogiendo una nueva ruta a través del anfiteatro.


En lugar de descender al pueblo para luego, probablemente, tener que volver a ascender, intentamos mantener la altitud. De esta forma recorrimos toda al circunferencia de la montaña, atravesando los niveles más verticales de las terrazas. A veces uno debía abstenerse de mirar abajo, porque el desnivel y el vacío que se abría a un pequeño paso de distancia impresionaba mucho, pero la travesía no sólo era espectacular sino que también se hacía divertida haciendo equilibrios en pequeños muretes, sorteando escaleras suspendidas en paredes de piedra…


Ya veíamos más cerca la arista que marcaba el final de los arrozales. Una vez allí, valoraríamos hacia dónde continuar.
En una estrecha punta de esta afilada cresta encontramos una caseta en la que un hombre vendía comestibles y bebidas. Le preguntamos por el camino hacia el salto de agua pero no parecía tenerlo muy claro. ¿Tan difícil era para alguien de allí indicarnos el camino a una cascada enorme? Después de hacerme el listo con los guías, impulsado por mi orgullo, apremié a Neda para que dejáramos al hombre y siguiéramos nuestro instinto. Error.
El sendero que elegimos, alejándonos del pueblo con rapidez y adentrándonos aún más en la cordillera, nos llevó a una serie de cañones donde yo empecé a dudar.
Desesperados, deduciendo que la cascada tenía que estar en algún punto del barranco que teníamos a nuestra derecha, seguimos el espectro de una precaria senda que bien podría haber sido hecha por cabras montesas (si es que las hubiera).
Tras el suplicio, nada. Un desfiladero, bonito eso sí, donde el río transcurría sin aparente señal de una cascada y sólo pude encontrar un curioso puente colgante. ¡Dónde demonios está!
El agua nos sirvió para refrescarnos antes de volver a escalar la pendiente y regresar a las terrazas. De vuelta en la cresta, la única opción era descenderla. Estas escaleras, tan verticales que un tropezón te mandaría hasta el fondo, nos condujeron hasta la base de los arrozales y allí, al fin, encontramos el auténtico camino a la cascada de Tappiya.


Cómo llegar a la cascada de Batad
Os dejo dentro de este botón el mapa del camino correcto a la cascada de Batad, llamada Tappiya.
Pincha para ver el mapa
Llegar hasta ella tampoco fue pan comido. Aún quedaba un potente desnivel asfaltado que salvar, y durante toda la bajada creo que Neda sólo pensó en la subida. El caso es que, tras este último tramo, la encontramos.
¿Dudabais de que probaríamos las frías aguas de este «charquito»? Qué bien le sintió este baño a la circulación de nuestras maltratadas extremidades.


La vuelta resultó tan fatigosa como habíamos imaginado. Aquí, en una de esas casetas que sirven como avituallamiento, vivía una familia al borde del abismo. Ver a este chiquitín desenvolverse junto al precipicio sobre el que colgaba la entrada de la casa me producía escalofríos.
Ahora sí cruzamos el centro de Batad sin dejar de maravillarnos por el color de su arroz, y después de comer acometimos la ascensión hacia nuestro hostal. La pobre Neda acabó con las piernas destrozadas, y yo sabía que en los siguientes días sufriría las consecuencias. Una cosa estaba clara, esa noche dormiríamos muy bien. Por cierto, mirad quién gobierna los cielos de Batad por las noches:


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4 Comentarios
Hola! En un mes voy para allá y me gustaría saber cuántos días recomendarías quedarse en las terrazas de arroz. Gracias!
Hola! Pues dos o tres días está muy bien. Con un día completo se ve todo, pero yo estaría dos mínimo para disfrutar con tranquilidad. Un saludo
Perfecto gracias! Y recomendarías algún sitio en especial? He visto que los buses salen desde Manila a Banaue y Sagada no? Gracias!
Sí, eso es. Pues hay muchos pueblos con terrazas pero los más conocidos son los que ves aquí. Sagada también las tiene. Banaue es el más conocido y turístico. La elección es tuya 🙂