Me despido de Batad y de la aventura en Filipinas
Aquella última noche en Batad fue la de los sentimientos encontrados. Por un lado, me seguía haciendo feliz sentir la ingravidez provocada por esa inmensa hondonada en las montañas de Ifugao, sobre la que planeaba nuestro alojamiento, repleta de terrazas de arroz y silenciosa en la oscuridad. Era un lugar demasiado especial como para que el sentimiento opuesto no fuera el de la tristeza.
Tristeza insoportable porque a la conclusión del tiempo en Batad se le juntaba un acontecimiento inevitable y terrorífico: el final de mi viaje en Filipinas.
Compartía con Neda el sentimiento de desesperanza mientras volvíamos a inundar nuestros ojos de verde aquella mañana. Estaba más precioso que nunca. ¿Quién en su sano juicio puede dar la espalda a un paisaje así? Supongo que el que esté acostumbrado, pero para eso harán falta años.
Nos despedíamos con gestos de respeto y sonrisas de la familia que nos había dado techo en Rita’s Mountain View, de los niños que se enfrentaban, desde su punto de vista, a un «nada especial» nuevo día, de las mujeres y hombres cuyo desasosiego, a diferencia de nuestras triviales quejas, se basaba en los cientos y cientos de escaleras que deberían superar hoy…
Yo, desde mi egoísmo y superficialidad vivencial, pensaba mientras le decía «adiós» a Batad que «ojalá no cambiara nunca». Las voladuras que acercaban el asfalto a través de la montaña no indicaban que fuera a ser así.
Cómo ir de Batad a Banaue
Allí, en el que era temporalmente el final de esa nueva carretera, esperaba un jeepney repleto de gente preparado para partir hacia Banaue.
Jeepney de Batad a Banaue: 150 PHP
Este jeepney sale, o salía por aquel entonces (2017), a las 10h de la mañana.
Se presentó la oportunidad y no quisimos dejarla pasar: ¡podríamos ir en el techo del jeepney! No nos hacía mucha gracia ir apretujados como sardinas en su interior, y los locales nos miraban extrañados ante nuestras muestras de alegría por no tener asiento en el transporte. La experiencia fue curiosa, paisajísticamente interesante, y muy divertida, aunque por el camino hubo que hacer algún que otro esfuerzo para no caer «por la borda» y acabar rodando por el barranco.
Cómo ir de Banaue a Manila: transporte nocturno
Tras desembarcar en la plaza central de Banaue, nos dirigimos a la oficina de billetes de bus, arriba, junto a la carretera. Reservamos dos asientos para el autobús nocturno de esa misma tarde hacia Manila. Las horas de espera las pasamos matando el tiempo en algún restaurante y haciendo un par de compras de souvenirs, como la bonita corona igorot que adquirí yo.
Lo cierto es que todavía quedaban algunos días para que mi estancia en Filipinas concluyera volando a Singapur, pero los pasé íntegramente con la fantástica familia de Neda. La aventura en sí misma había finalizado.
Las conclusiones eran las de siempre. Paisajes espectaculares, gente fantástica, nuevos amigos… Pero sobre todo agradezco la oportunidad de haber compartido parte de este viaje con una persona excepcional, una amiga excepcional, Neda. Aún recuerdo cuando la conocí, y juraría que mis primeras palabras hacia ella fueron «¡Quiero viajar a Filipinas!». Que finalmente lo pudiéramos hacer juntos, y que yo tuviera la suerte de ver este país también a través de sus ojos, es un premio que me llevaré a la tumba.
Lo que sentí cruzando la pasarela del avión, dejando Filipinas atrás, no lo había sentido antes. Siempre había encontrado una excusa para desentenderme del lugar conocido y anteponer las ganas por lo nuevo, pero abordando el avión de camino a Singapur no encontré ninguna excusa. No quería irme. No necesitaba irme. Eso es lo que le hace Filipinas al viajero.
Diario anterior: Odisea hasta la impresionante cascada Tappiya de Batad
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