Siempre nos quedará la preciosa Siquijor
Tras unos cuantos días en Siquijor las estampas de esta isla se acababan repitiendo, pero nunca me cansaba de ellas. Lo conocido podía ser contemplado bajo otra luz o disfrutarse desde otro ángulo, y la ya memorizada carretera circular siempre daba pie a detenerse en nuevos rincones.
A mí jamás dejarían de alucinarme esos tonos claros del mar a la mañana, ni dejarían de sacarme una sonrisa aquellos cocoteros que arrojaban sobre mí una sombra intermitente durante la conducción. Sí, es verdad que volví a sitios que ya conocía por el simple hecho de admirarlos una vez más, aunque fuera por cinco minutos.
Y curiosamente no me refiero a playas o cascadas, que por supuesto casi siempre invitan a regresar, sino a escenas más cotidianas y que quizás inicialmente pasaron más desapercibidas. Como esos extensos campos de arroz cuyos trabajadores se convertían en protagonistas involuntarios de mis fotografías, o aquel pequeño pueblo de habitantes risueños a los que les hizo especial ilusión que sacara fotos de su iglesia


Porque Siquijor es uno de esos maravillosos lugares en los que improvisar y dejarte llevar por la carretera es una auténtica fuente de experiencias.
Fueron muchos los intentos que hice de encontrarme el Balete Tree, el árbol de 400 años ubicado en Lazi, sin gente que se arremolinara a su alrededor, pero nunca lo conseguí. Siempre tuve que compartir el curioso lugar con numerosos filipinos que, sentados con los pies sumergidos en el estanque, dejaban que los pececitos se aprovecharan de la piel muerta. Es uno de los enclaves más conocidos de la isla.


Otro lugar bastante concurrido por los visitantes es el mirador-restaurante Larena Triad Coffee Shop, al que subí con Mireya y Alba por una carretera de grava un pelín peligrosa. Se puede acceder sin necesidad de consumir nada. Aunque su desvío está señalizado, quizás debáis consultar un mapa antes. La salida se encuentra a la derecha, viniendo desde el sur, un kilómetro antes de llegar a Larena.
Otro buen lugar para comer en Siquijor
No consultamos los precios para comer, pero podemos imaginar que serían altos. A nosotros nos gustaba más acercarnos a San Juan y comer bueno y barato cerca de casa. Un lugar que recomendamos es el Ga-ay, justo al otro lado del puente que hay junto a Casa Miranda. Tendréis un amplio bufé entre el que elegir vuestra comida y podréis disfrutarla mirando la bonita costa de San Juan.
No me habría ido nunca de aquí, pero el reencuentro con una buena amiga que no veía desde aquellos días en El Nido estaba a punto de producirse, y pronto tendría que iniciar mi viaje hacia Bohol. Supongo que el último atardecer y la última noche estrellada los intenté alargar hasta que el tiempo no me permitiera dilatarlo más. Porque, sinceramente, fue algo de lo que costó mucho, mucho, despedirse.
Aquí seguirá hasta que regrese, espero… ¿Puede alguien decirme «Siempre nos quedará Siquijor»?
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