Filipinas

Sagada y el más allá: Cuevas mortuorias y ataúdes colgantes

Llegábamos a Sagada cuando el sol ya iluminaba con dureza, pero al bajarnos del autobús notamos que apenas calentaba. Nos encontrábamos en las montañas, a una altitud generosa, donde el aire era fresco. Para nuestro alivio, habíamos dejado atrás el calor húmedo de la Filipinas tropical. Nuestro objetivo: contemplar los ataúdes colgantes de Sagada.

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Recorrimos cuesta abajo la carretera que atraviesa el pueblo, sin poder evitar pensar que luego habría que volverla a subir, y nos alojamos en Residential Lodge, una gran casa azul que, como el resto de edificios, había sido construida sobre la brusca ladera y se asomaba al estrecho valle.

Habitación doble en Residential Lodge: 500 PHP

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En Sagada, como ya habíamos visto en otros puntos de Filipinas, hay que registrarse en la oficina de turismo y pagar una Environmental Fee si se quiere acceder a los lugares de mayor interés. Nos hicimos también con un mapa y caminamos por nuestra cuenta hacia el Echo Valley, donde encontraríamos los célebres ataúdes colgantes.

Environmental Fee: 35 PHP
Echo Valley Fee: 10 PHP

Visitamos los ataúdes colgantes de Sagada

El acceso a Echo Valley discurre junto a una iglesia y cementerio cristianos que son un curioso contrapunto a lo que nos íbamos a encontrar. Como en el resto del país, el catolicismo es aquí la corriente religiosa predominante, pero las gentes de Ifugao no se han desligado de sus tradiciones ancestrales y hay muchos que aún conservan las creencias y supersticiones de antaño.


Ataúdes colgantes de Sagada


Eran los igorot a los que se les reconocía la costumbre de colgar a sus muertos de precipicios o esconderlos en paredes de barrancos o cuevas, una práctica que cada vez se ve más como una reliquia inmaterial. Aun así, quien quiera seguir haciéndolo está en su derecho, y algunos de los ataúdes que nos íbamos a encontrar parecían muy recientes.


Ataúdes colgantes de Sagada


Mientras admirábamos las vistas del pueblo desde esta posición privilegiada y jugábamos con el eco del Echo Valley (de ahí su nombre), nos cruzamos con un señor que se ofreció a guiarnos y contarnos algunas cosas del lugar. Le remarcamos que no queríamos pagar por un guía, pero él insistió en la naturaleza altruista de su gesto (bueno…).


Tras superar el fondo del valle llegamos hasta una pared vertical y allí, desperdigados sobre la roca lisa burlando a la gravedad, estaban los ataúdes colgantes de Sagada, la imagen más famosa de la zona y una de las más evocadoras de misterio de Filipinas.


Ataúdes colgantes de Sagada Ataúdes colgantes de Sagada


Hay muchas explicaciones para esta tradición y cada persona a la que preguntes probablemente te contará una historia. Mayoritariamente se dice que se les coloca lo más lejos posible de la tierra para que lleguen fácilmente al cielo, pero el señor que nos acompañaba nos dijo que la razón es que puedan salir y volver fácilmente a casa. Otros, viendo la escasez de terreno utilizable en esta zona, apuntan a la lógica de economizar el espacio como origen de la tradición.


Ataúdes colgantes de Sagada


Sea cual sea la razón, el lugar causa una gran impresión.


Antes de abandonar el valle, nuestro guía improvisado nos llevó a la pared opuesta y nos enseñó un pequeño agujero en la ladera que rebosaba de ataúdes, algunos en mejor estado que otros. Los más desafortunados estaban abiertos y sus restos humanos, revueltos y apelotonados como si alguien hubiera rebuscado en ellos, eran iluminados por la luz del día.


Las cuevas de Sagada: Lumiang Cave y Sumaguing Cave

Pero la curiosa relación de Sagada con la otra vida no acaba en Echo Valley, las cuevas que agujerean estas montañas también resultaron un lugar ideal para dejar descansar a los muertos y a la vez permitirles regresar a la superficie. Lumiang Cave, el siguiente enclave que visitamos, tenía una de sus paredes completamente engalanada con féretros.



Esta vez no estaban colgados sino apostados uno encima del otro, soportados a menudo con pequeñas rocas, conformando una macabra fachada que plantaba cara a la penumbra que inundaba el fondo. Algunos de estos ataúdes podrían tener medio milenio de antigüedad, siendo los más pequeños, fabricados con un único tronco, con seguridad los más antiguos, pues la costumbre original era introducir a los muertos en posición fetal, hábito que se diluyó con la llegada del catolicismo.



También visitamos Sumaguing Cave que, aunque no tiene ataúdes como su vecina, es reconocida por los turistas como un lugar muy interesante para hacer espeleología e introducirse en las entrañas de la montaña (¡ojo! siempre con guía). Nosotros nos quedamos en su entrada.


Sí, finalmente acabamos pagándole…
Guiado Echo Valley + Cuevas: 300 PHP

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David

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