Boat Trip: viaje en barco a Komodo por islas desiertas
En retribución a la nochecita del demonio que os conté en el diario anterior, antes de marcharnos del The Wira les exigimos que nos devolvieran el dinero íntegro de aquella noche. Con excusas de por medio como que no podían hacer eso, que el encargado no estaba presente… se negaban a darnos el dinero. Les explicamos que habíamos dormido en la calle tras huir de bichos carnívoros, pero no parecía importarles. La furgoneta que nos llevaba hasta Bangsal ya nos estaba esperando y no pudimos quedarnos a meter presión, teníamos un barco a Komodo esperándonos, aunque al final conseguimos que nos devolvieran la mitad del coste a cada uno (algo es algo).
La furgoneta nos dejó en la oficina de Wanua Adventures, la empresa dueña del barco que sería nuestra casa los próximos días. En la agencia de Senggigi habíamos pagado RP 1.500.000 por persona, y aquí tuvimos que apoquinar otros RP 250.000 para las entradas a Komodo y Rinca. Una vez hecho este pago, todo durante los siguientes cuatro días estaba cubierto.
Barco de Lombok – Flores (4 días/3 noches): RP 1.750.000
+ 4ª noche fondeados en Labuan Bajo incluida y opcional.Más info en este artículo.
Tras una prolongada espera viendo cómo los geckos trepaban por las paredes, nos condujeron andando hasta el muelle y nuestro barco. Me pareció que alguien hablaba español… Quizás compartiríamos viaje con algún paisano.

Zarpa nuestro barco a Komodo
Con mucha cautela pasamos a la proa del barco intentando no caer al agua y liarla parda, dejamos nuestras chancletas en un rincón, las mochilas en la bodega… ¡y a elegir cama! Los motores no tardaron mucho en ponerse en marcha y pronto estábamos surcando las aguas que separan Lombok de las islas Gili, rumbo hacia el este.
Yo estaba tan ilusionado como un niño pequeño. Me maravillaba la idea de pasar varios días en el mar, en aquellos rincones primitivos donde perdías de vista la civilización. Me inundó este sentimiento de estar observando partes antiguas y místicas del mundo, como los viajeros de antaño antes de que se «inventara» el turismo. Era como si lo que estábamos haciendo y presenciando fuera auténtico, algo raro y difícil en estos tiempos modernos. De pronto parecía que los relojes dejaban de existir. Sólo estábamos nosotros, el barco, las islas, y el mar.
Es entonces cuando conocimos a dos pasajeros muy especiales: Ana y Alberto, dos viajeros españoles, compañeros de trabajo. En aquel momento aún no sabíamos que ése sería el inicio de una bonita amistad, y que durante la casi totalidad de nuestros días restantes en Indonesia compartiríamos geniales experiencias con ellos. Unai y yo estaremos de acuerdo en que con compañías como las suyas el viaje es mucho, mucho mejor.
Durante el primer día avanzamos paralelos a la costa norte de Lombok y justo antes de saltar hacia las costas de Sumbawa, cuando el sol ya se estaba ocultando, el barco se detuvo en la bahía de Sugian y disfrutamos de la cena. Era precioso mirar por la borda y ver el agua del mar calmada como una sopa, reflejando los sutiles tonos rojos y violetas del ocaso como si fuera un espejo. El lugar transmitía una tranquilidad impresionante.
Tras la cena el barco siguió su camino y continuó mientras dormíamos para llegar lo antes posible hasta nuestra primera parada del viaje: Moyo Island. Seguiría contándooslo aquí pero no quiero saturar mucho las entradas, así que lo dejamos para el siguiente diario.
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