Tour por el río de las luciérnagas en Donsol
La felicidad no nos cabía en el pecho cuando volvíamos a nuestro alojamiento con las imágenes de los tiburones ballena en nuestra cabeza. Éste iba camino de ser un viaje redondo. A nuestra vuelta, la familia del Victoria’s Guesthouse era tan entrañable como siempre, y nos recomendaban repetidamente realizar al anochecer el tour de las luciérnagas de Donsol.
Donsol era un remanso de paz e inactividad y, ante la certeza de que no teníamos nada más que hacer, no dudamos en probar a vivir esta experiencia. Un triciclo vino a buscarnos cuando las nubes comenzaban a reflejar la luz anaranjada del sol, y nos llevó hasta un puente sobre el río Ogod, desde donde salen las bangkas en casi total oscuridad en busca de las luciérnagas.
Se me olvidó anotar el precio del tour, pero según Internet el barco cuesta 1.250 PHP (hasta cinco personas) y el transfer ida-vuelta 250 PHP por triciclo.
Íbamos con otros dos viajeros en nuestro barco, más un par de guías y el patrón, que hacía avanzar el transporte dejando atrás el suave y borboteante rugido del motor. El contraste entre la luz y la oscuridad desapareció cuando los últimos rojos intensos del ocaso dieron paso a las estrellas y la luz de la luna. Poco a poco los ojos se hicieron a la negrura. En el horizonte, como era habitual, alguna tormenta lejana iluminaba repentinamente el cielo a base de relámpagos.
Al cabo de un rato, arrimados al manglar de los costados, comenzamos a ver los puntitos de luz verde amarillenta que buscábamos. Se hacían más numerosos al aproximarnos o al concentrar la mirada en alguna zona lejos de la influencia de la luna. Algunos puntos despegaban de su aparente estado inerte y dibujaban estelas en el aire, o incluso aterrizaban en nosotros. Mientras, observábamos y comentábamos la escena entre susurros, como si nuestras voces fueran a importunar a alguien.
Entonces el guía nos pidió que aplaudiéramos a su señal, y como efecto de las palmas un sinfín de lucecitas se encendieron a nuestro alrededor, cientos de ellas. Nos encontrábamos rodeados por un vibrante cosmos de luciérnagas que respondían a nuestros sonidos.
Viaje de Legazpi a Manila en bus nocturno
Donsol no daba para mucho más y, aunque era un lugar en el que nos encontrábamos muy a gusto, a la mañana siguiente era la hora de iniciar el camino hacia el norte. Antes de viajar hacia las tierras altas de Luzón pasaríamos por Batangas y por la casa de la abuela de Neda.
Una pequeña hamburguesa en un humilde negocio familiar junto a la terminal nos calmó el estómago de camino a Legazpi… pero mis tripas respondieron de una manera inesperada.
Cuando ya llegábamos a la localidad, empecé a tener sudores fríos. Cada retortijón era más insoportable que el anterior. Cuando la furgoneta entraba en la terminal estuve a punto de saltar en marcha del transporte. Dejé a Neda con las mochilas y corrí a los baños públicos, donde la higiene brillaba por su ausencia. Pasado el mal trago pudimos acercarnos a las taquillas a elegir nuestro bus hacia Manila. Escogimos un nocturno con AC destino Cubao, pero nosotros nos bajaríamos en Turbina.
Durante el tiempo de espera, viendo que las nubes dejaban al descubierto el Mayon y la luz del atardecer bañaba el cielo tras él de vistosos colores, buscamos una calle cercana desde la que contemplarlo sin dificultad. El volcán cónico nos decía adiós a su manera.
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