Iglesia de madera de Borgund y el valle de Flåm en Noruega
En el nuevo día seguimos hacia el Sur, paralelos al Lustrafjord, hasta que llegamos a un ferry en el que atravesaríamos el Fiordo de los Sueños. No estábamos en la parte más ancha de este fiordo, ni mucho menos, pero su grandiosidad ya impresionaba. No era difícil imaginarse por qué es el segundo fiordo más grande del mundo. Pronto llegaríamos a la iglesia de madera más bonita de Noruega (en mi opinión).
Visita a la iglesia de madera de Borgund
Tras llegar a la otra orilla un túnel nos conducía directamente al municipio de Lærdal. Este era un lugar de paso así que no nos detuvimos. Continuamos hacia el Este, por el valle, hasta toparnos con nuestro primer objetivo del día: la iglesia de madera de Borgund, mi iglesia de madera de Noruega favorita.
Fue construida a finales del siglo XII y es la mejor conservada de las stavkirke (nombre local que recibe una iglesia de madera antigua en Noruega), lo que la hace la más conocida y -en mi opinión- la más bonita.
El coche se deja en un aparcamiento gratuito junto al museo/cafetería/tienda. Aunque para entrar en el recinto de la stavkirke hay que pagar, uno puede acercarse a ella para contemplarla perfectamente sin necesidad de atravesar el muro de piedra, osease: gratis. Otra cosa es que queráis ver el interior, que también debe ser curioso.
Iglesia de madera de Borgund
Adulto: 90 NOK
Niño/Estudiante: 70 NOK*La iglesia está cerrada entre el 30 de septiembre y el 1 de mayo.
Atravesamos el túnel de carretera más largo del mundo
Visitada esta preciosa iglesia, y fotografiada por sus quince costados, regresamos sobre nuestras huellas neumáticas y volvimos al entorno de Lærdal.

Desde aquí salía un tramo de nuestro viaje que iba a ser un acontecimiento en sí mismo. Estábamos a punto de entrar en el Túnel de Lærdal, el túnel de carretera más largo del mundo con 24,5 km. Su construcción terminó en el año 2.000 y atraviesa un enorme conjunto montañoso para unir Lærdal con la localidad de Aurland.
El túnel es tan largo que los ingenieros vieron necesaria la inserción de tres áreas luminosas y espaciosas para que los conductores pudieran descansar la vista o relajar la claustrofobia. Son un buen lugar para sacar fotos, para jugar con el curioso eco… y también para morirse de frío o quedarse sordo cada vez que pasa un camión.
Después de esta travesía por el mundo de las cavernas regresamos a la luz cegadora y llegamos a Aurland, un tranquilo pueblo a orillas de su fiordo.
Recorrido por el valle de Flam en coche
Siguiendo el fiordo hacia su interior está la localidad de Flåm, uno de los lugares más transitados por el turismo en Noruega. La mayoría de viajeros llegan aquí (ya sea a bordo de un crucero o por su cuenta) y cogen el tren que recorre la pared del precioso valle hacia Myrdal. La opinión de algunos es que merece mucho la pena, la de otros que no es para tanto… Pero lo cierto es que esta experiencia está tan demandada que en temporada alta si no reservas tu asiento con varios días o semanas de antelación puede que no encuentres sitio.
Flåmsbana (Tren de Flåm)
Ida/vuelta a Myrdal: 440 NOKMás info y reservas AQUÍ.
Uno de los atractivos de este pequeño trayecto ferroviario es la parada que el tren realiza en un puente frente a la cascada Kjosfossen. Es la única manera de llegar a dicho puente y disfrutar dicha perspectiva. Nosotros no sabíamos esto, así que recorrimos el valle de Flåm en coche con la esperanza de llegar hasta la cascada. Dejamos el vehículo donde la pista (que no carretera) acababa, y ascendimos a pie unas extenuantes curvas de grava hasta llegar a Vatnahalsen y su hotel. La vista era bonita, pero nos sentimos bastante decepcionados. Muchos pasajeros del tren se paraban en la estación que hay aquí, cogían una bicicleta y recorrían así todo el valle hasta Flåm. Iban en familia, con niños… y creo que infravaloraban el recorrido hasta el pueblo: largo, lleno de curvas, cuestas…
Nuestra excursión por el valle de Flåm fue infructífera, pero al menos nos dejó estampas bonitas, como la de la cascada Rjoandefossen (foto) o muchas otras caídas de agua. Porque, hay que reconocerlo, el lugar es impresionante con tren o sin él.
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