Dragones de Komodo y Rinca, playa rosa y mantas gigantes
Amanecimos con el sonido de fondo de los zorros voladores regresando a los manglares antes de que saliera el sol. ¡Barco reparado! Mientras desayunábamos el capitán puso rumbo al embarcadero de Komodo. Nuestra aventura por los mares de Indonesia estaba a punto de acabar pero aún nos quedaba un día repleto de emociones.
El barco atracó en el enorme muelle, y nosotros comenzamos a andar bastante desperdigados hacia la entrada bajo un sol que pronosticaba un día muy caluroso. Atravesando la entrada del Parque alguien silbaba la melodía de Jurassic Park…
Cuando todo el grupo se volvió a juntar en las oficinas de los rangers nuestro guía se presentó (acompañado por su palo de seguridad) y nos indicó el pequeño trekking que realizaríamos. Nos explicó brevemente también la historia del Parque Nacional y las costumbres y comportamiento de sus habitantes estrella: los dragones de Komodo. Quiso dejar claro las medidas de seguridad que debíamos tomar.
Estos animales son enormes, pueden llegar a correr muy rápido, y sus mordiscos producen una infección mortal. Por eso conviene hacer caso absoluto a las indicaciones de los rangers y no sobrepasar los espacios marcados por ellos.
Existían pocas posibilidades de ver dragones durante el recorrido, pero nosotros tuvimos suerte. No habíamos andado ni cinco minutos cuando el grupo se paró en seco. ¿Qué pasa? «Dragon». El animal estaba tan en medio del camino que muchos creíamos que se trataba de una estatua… hasta que se movió.


Era gigante y amenazante. No parecía hacernos mucho caso pero sabía que estábamos allí. Enseguida se apartó lentamente hacia la linde del sendero y, siguiendo siempre las instrucciones del guía, nosotros le rodeamos, dejándole vía libre hacia la maleza. Los disparadores de las cámaras no paraban de sonar. En cuanto posaba su mirada en nosotros, todos retrocedían. Sin duda su mirada impresionaba. Según el guía, se trataba de un macho joven.
Proseguimos el camino, durante el cual aproveché para pegarle un par de sustos a Unai (:D), y nuestro ranger nos dio unas clases básicas de los métodos de caza del dragón, sus abrevaderos, el tipo de vegetación del lugar… Información interesante sobre la isla. El dragón de Komodo no come justo después de cazar, sino que ataca desprevenidamente, deja que su presa muera a causa de la infección de su mordedura (puede tardar días o semanas en morir), y cuando esto ha ocurrido rastrea su cadáver por medio del olfato. A veces las víctimas han sido humanos.
Poco después volvimos a ver a otro. Era más pequeño y estaba semicamuflado entre tierra y hierbas. Durante el resto de la travesía no volvimos a ver a ninguno, aunque sí disfrutamos de unas bonitas vistas desde el view point.
Fue en la playa donde nos reencontramos con estos majestuosos animales. Perfecta guinda para nuestra visita a Komodo.



Tras comprar alguna camiseta del Parque Nacional como recuerdo, de vuelta en el barco, llegó una gran noticia: nos daría tiempo a hacer todo lo que no pudimos hacer el día anterior debido a la avería de nuestro barco. ¡Felicidad absoluta! La primera parada fue la Pink Beach, una playa que por los componentes coralinos de su arena es rosa. Al agua patos y a disfrutar de esta increíble playa.
Y una vez visitada la Pink Beach nos dirigimos, de nuevo, hacia el Manta Point. Hoy, con el barco funcional, quizás tendríamos más suerte para ver a las mantas. ¡Y así fue! Costó un poco pero en cuanto alguien gritaba «Manta! Manta!» saltábamos por la borda e inspeccionábamos el fondo marino. Vimos pasar varias bajo nosotros. Estaban a unos ocho metros por debajo y aun así parecían enormes. ¡Increíble!
Pero tras esto aún nos quedaba un sitio por visitar: Rinca. Esta isla pertenece también al Parque Nacional de Komodo y en ella viven más dragones (y monos que te reciben al llegar). Había tantos barcos en el embarcadero que se tuvieron que poner en paralelo y como nosotros éramos los últimos hubo que pasar de barco en barco saludando a todas las tripulaciones hasta llegar a tierra firme.
El paseo en Rinca solamente nos hizo sudar más. El paisaje de la isla también era bonito pero no pudimos ver ningún dragón durante el recorrido, y el calor era sofocante. La razón de no verlos quizás fue porque estaban todos apelotonados junto a la cocina de los rangers, a la sombra (muy listos…), seguramente acostumbrados a comerse todo lo que caía por ahí. Aquí nos pasó lo mismo: la primera mirada nos hizo pensar que eran estatuas.
Y éste era el fin de las emociones fuertes. El siguiente destino era el puerto de Labuan Bajo, el fin del viaje. Nos inundaba una sensación de tristeza por poner fin a esos días tan geniales, pero la aventura indonesia continuaba.
Esa noche se nos daba la oportunidad de dormir en el barco, así que para ir a cenar por el pueblo podríamos dejar las mochilas a bordo. Queríamos hacer honor al lazo de amistad que había surgido entre los viajeros del Boat Trip, así que decidimos quedar para cenar en la calle principal a cierta hora. De mientras, Alberto, Ana, Mintun (el viajero birmano) y nosotros buscamos una agencia para comprar nuestros vuelos a Bali del día siguiente. No sabíamos si sería posible pero queríamos volver a Bali cuanto antes para aprovechar un par de días en la isla de los dioses.
Alberto y Ana compartían nuestro deseo antes de que les tocara saltar a Java, así que esos días los compartiríamos con ellos. ¡Yiha! Hubo suerte y conseguimos cuatro pasajes para volar al mediodía siguiente.
Cenamos todos juntos en el restaurante Mediterraneo, en la calle principal, un lugar muy agradable y bonito. Y tras la cena fuimos a tomar unas cervezas al Skybar de The Lounge Restaurant, con unas preciosas vistas nocturnas de toda la bahía.
Nos colamos en el puerto (las verjas estaba cerradas…) y a duras penas encontramos nuestro barco. No creáis que fue fácil, con decenas de barcos atracados y ¡el nuestro en tercera o cuarta fila! Creo recordar que debíamos pasar por un par de navíos mercantes para llegar al nuestro.
Apúntate aquí a un tour en lancha por el Parque de Komodo
Pero antes de subir a bordo compartimos un agradable rato con algunos miembros de la tripulación, que fumaban y bebían sentados en el muelle. Nos invitaron a probar su bebida. Era Arak, un tipo de alcohol que se desaconseja tomar en ciertos lugares turísticos como Bali por lo que le puedan añadir. Pero aquí no había peligro. De todas formas no tomé más de dos chupitos, por si acaso… ¡Pero pude enseñarles a brindar en euskera! A Unai, por cierto, le estaban curando una herida que se hizo al pisar un cristal de camino al puerto. No si… anécdotas tenemos mil. ¡Buenas noches!
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4 Comentarios
Menos mal que se os arregló lo del barco!!
Eso de que algunas víctimas han sido humanas no me tranquiliza mucho para mi futura visita en mayo… si ya estaba algo acojonada ahora más! jaja aunque a mi novio no hay quien le quite la idea de la cabeza!!
Muchas gracias por tus posts, son de gran utilidad!!
Jajaja tranquila Marina. Si sigues las indicaciones de los rangers no hay nada que temer. Quienes fueron atacadas seguramente eran locales desprevenidos que iban solos por ahí.. (un niño creo que hace unos años), o algún turista irresponsable que se acerca demasiado.
Si se hace caso al guía no hay peligro 😉 Lo vais a pasar muy bien!
De nada Marina, cualquier duda aquí estoy!
Hola Dabid. Excelente descripción de la travesía, ahora tengo más ganas que ayer! Podrías recomendar un contacto para contratar la travesía? Mañana vuelo con mi pareja a Labuanbajo! Gracias
Hola Mariana. No sé si lo puse en el diario del primer día. Si no disculpad! Mi empresa era Wanua Adventures. No tengo un contacto pero si preguntáis por ella en Lombok o Labuan Bajo os pondrán en comunicación 😉
Un saludo!