Un capricho de alojamiento para mi final en Bangkok, Tailandia
Tras pasar la última noche en nuestra cabaña de Koh Kood, Alba y yo nos echamos las mochilas al hombro y esperamos a que un transporte viniera a por nosotros. Yo había reservado la vuelta con Bonsiri, así que les constaba que tenían que pasar a por mí, y Alba había pedido que le vinieran a recoger a la misma hora para llegar hasta Trat. En Bangkok, me esperaba un alojamiento algo más acomodado de lo habitual.
En realidad, yo debía esperar a la furgoneta junto a otro alojamiento (que había dejado por escrito en Bangkok cuando aún no sabíamos dónde nos alojaríamos), así que tras despedirme de Alba, pensando que iríamos en transportes distintos, me la volví a encontrar cuando subí a aquella furgoneta llena de viajeros. «¡Cuánto tiempo!»
Pasado el check-in habitual en el embarcadero, accedimos al ferry, y poco después, con los motores en marcha, vimos cómo las costas de Koh Kood se perdían lentamente en la lejanía. Era un día nublado, parecía que el cielo estaba triste por nuestra marcha. Hasta la próxima.
En el muelle de Trat llegó, ahora sí, la despedida definitiva. A Alba le esperaban grandes emociones en Camboya, y Trat era un lugar adecuado para cruzar hasta el país vecino. Ella no sabía muy bien cómo hacerlo, y esa sensación trae consigo muchos nervios, pero así es la vida de una mochilera. Me alegro mucho de haberla conocido en Koh Tao y le agradezco enormemente la compañía durante todos estos días. Fue una compañera de viaje perfecta. Nos dimos un abrazo y dijimos «Adeu«; yo pensé «Hurrengora arte«.
A los que volvíamos a la capital nos llevaron en un divertido remolque de varios vagones hasta una estación de furgonetas, y de ahí una de éstas hasta la mismísima Khao San Road, Bangkok.
Dónde dormir en Bangkok: alojamiento acomodado
Había oído hablar mucho del Rambuttri Village, un hotel en la calle de mismo nombre con muy buenas opiniones. Sus precios se salían de mi presupuesto medio, pero como última noche en el país, y por mera curiosidad bloguerística (¿cuela?) decidí pegarme el capricho.
Hotel Rambuttri Village (Habitación individual): 930 THB
– Desayuno incluido.
– WiFi en la habitación (penoso cuando estuve yo)
Con habitaciones cuidadas, limpias y modernas, lo que de todas formas llama más la atención del Rambuttri en esta zona de Bangkok son sus dos piscinas en la azotea. Y no lo voy a negar: llevaba mucho tiempo queriendo probarlas.
Allí me dediqué a pasar las últimas horas de la tarde. Bañándome no sólo en la piscina sino también en mis propios pensamientos, donde se entremezclaban recuerdos de este paso por Tailandia y perspectivas de lo que estaba por llegar. Sí, Filipinas estaba al caer, y tenía muchas ganas… pero Tailandia tiene un hueco en mi vida que no creo que otro país pueda ocupar jamás. Mi segunda vez aquí se acababa, y ya estaba pensando en la tercera. Creo que es un lugar al que siempre querré volver. De por vida.
Observé los tejados de Bangkok, en los que se entremezclan edificios modernos y los ondulantes picos de los templos, mientras reflejaban la luz roja del incipiente ocaso. Qué diferente era esta ciudad respecto a la pasada vez… No. No es eso. Qué diferentes son mis ojos. Agur Tailandia.
De Khao San Road al aeropuerto de Bangkok
A la mañana siguiente tomé un taxi a Paya Thai cerca de Khao San y posteriormente el Airport Link para llegar al aeropuerto.
Diario anterior: Último día en Koh Kood, la isla perfecta
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