Iglesia de Heddal y Rjukan, el pueblo sin sol
¡Esto se acaba amigos! Partir de Kjerag y encaminarnos hacia el Este, hacia Oslo, era como adentrarse en una pasarela de embarque muy larga que inevitablemente nos devolvía a casa. Pero todavía nos quedaban algunas cosas muy interesantes por ver en Noruega, como por ejemplo Rjukan, un pueblo al que no llega el sol, y la iglesia de madera de Heddal.
Atravesamos los verdes parajes del sur de Noruega, envueltos por bosques de pinos, y antes de que acabara el día nos detuvimos en la localidad de Åmot. El coche de los polacos seguía dando problemas, y nosotros queríamos encontrar un camping con urgencia (¡necesitaba una ducha!). Mientras que Pawel y Patryk avanzaron varios kilómetros para encontrar un sitio donde dormir con su coche, Eder y yo nos quedamos en Groven Camping, junto al centro del pueblo.
Junto a la recepción había una especie de «fiesta de la cerveza», en la que ponían algo parecido a pintas por unos 8 euros. Si no hubiera sido por ese precio…
Los baños eran un lujo; limpios, espaciosos, totalmente equipados… y eso ya me hizo feliz. Bendita ducha. También había cocina libre con todo lo necesario para preparar nuestra cena.
A la mañana siguiente seguimos nuestro viaje hasta encontrar a los polacos aparcados en la orilla de un lago, donde habían pasado la noche. A partir de ahí continuamos juntos.
Bordeamos una enorme planicie salpicada con casas de tejados de hierba y pistas de esquí de fondo, delimitada por montañas nevadas en el horizonte.
Nuestra siguiente parada era el pueblo de Rjukan, localizado en un valle tan angosto que los habitantes sólo pueden disfrutar del sol en los meses centrales del verano. Para subsanar este problema, hace algunos años se instalaron enormes espejos en lo alto de una montaña adyacente que reflejan la luz solar y la concentran en la plaza del municipio.
Rjukan también es conocido por tener la que un día fue la mayor planta hidroeléctrica del mundo, en la cual también se producía hidrógeno y como consiguiente: agua pesada. Si pasáis por la oficina de turismo podéis observar un pequeño frasquito de agua pesada. Dado el potencial energético de la planta, los nazis se hicieron con ella y la controlaron durante la Segunda Guerra Mundial, hasta que un grupo de espías rebeldes noruegos, con ayuda de las fuerzas aliadas, consiguieron boicotearla (hay una película de Hollywood sobre este suceso llamada «Los héroes de Telemark»).
También en la oficina de turismo podréis averiguar más cosas interesantes sobre el pasado del pueblo, como ver, por ejemplo, el calzado que utilizaban sus habitantes durante el invierno:
Rjukan cuenta con un teleférico y un funicular que ascienden hasta las cimas de las montañas que rodean el municipio. A una de estas montañas, el Gaustatoppen, también se puede realizar la aproximación en coche para realizar desde su estación de esquí diversas rutas de diferente longitud. Eder y los polacos estuvieron a punto de hacer alguna, pero yo me quedé en el coche ya que no lo veía muy claro… al parecer ellos tampoco porque volvieron a los 10 minutos.
Visita a la iglesia de madera de Heddal
El viaje prosiguió hasta uno de los puntos que nosotros teníamos marcados antes incluso de iniciar el road-trip: Heddal y su iglesia de madera. Es una de las stavkirke más famosas de Noruega y merece la pena visitarla. Se encuentra solitaria en una bonita explanada verde, solamente acompañada por las lápidas y las flores que las adornan. Tendrás que pagar para ver el interior, pero por fuera eres libre de contemplarla desde donde quieras.



Tuvimos suerte, hacía un día precioso, y nos sentimos tentados de tumbarnos en el agradable césped a disfrutar del sol, pero había que ponerse en marcha. Ya no quedaba nada para llegar a la capital: Oslo.
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