Explorando las islas del Ang Thong Marine Park
Esperando a que nos recogieran en el hotel para iniciar nuestra excursión a Ang Thong Marine Park nos dio tiempo a desayunar algo en el café de éste. Cuando llegó el momento un hombre nos guio hasta la calle principal donde nos esperaba una furgoneta en la que también iba una familia de australianos.
Comienza la excursión a Ang Thong
Nos dirigimos al norte, por la carretera que rodea la isla, parando en diferentes lugares para seguir recogiendo viajeros. Chaweng, Cheang Mon, Bang Rak, Bo Phut… Nos llevaron hasta el embarcadero de Na Thon (al oeste de la isla).
El barco constaba de dos pisos. En el de arriba se encontraba el puente de mando, un pequeño bar, y unas mesas cubiertas por una lona donde comer. De todas formas, prácticamente todo el viaje de ida lo pasamos en la proa, disfrutando del balanceo y del viento del Golfo. Me seguía sorprendiendo el color verdoso del mar.
Según nos introdujimos en el Parque fuimos siendo rodeados por diferentes islas de mayor y menor tamaño, y finalmente divisamos la playa que iba a ser nuestra principal parada. Era la típica playa de un paraíso tropical, con aguas tranquilas, arenas blancas y finas y palmeras inclinadas. Desde allí quien quisiera podía quedarse a tomar el sol o disfrutar de la sombra u optar por subir al viewpoint (como hicimos nosotros).
Subida al mirador de Ang Thong
La subida al viewpoint era inclinada, dificil y (teniendo en cuenta el clima) dura. A veces incluso había alguna cuerda fija que te ayudaba a escalar. En definitiva, no era una ascensión apta para cualquier turista.
A lo largo del camino había diferentes miradores para quien se rajara de seguir subiendo.
Yo seguí subiendo -como buen montañero- y ni el cansacio, ni la sudada, ni la roca que chuté con la rodilla y se me incrustó hasta el hueso haciendo brotar la sangre me hicieron retroceder. Estaba ansioso por ver lo que había arriba. Estaba seguro de que no me decepcionaría. El último tramo se hizo de rogar. Unas piedras afiladas como cuchillas te obligaban a apoyar la cuatro extremidades para trepar. Casi temía más por el estado de mi cámara que por mi propia seguridad.
Como yo supuse, mereció la pena.
Una vez superada la segunda parte del reto (la bajada), el bañito en las cristalinas aguas de esa fantástica playa sentó de lujo.
De regreso al barco nos dieron de comer. Creo recordar que nos dieron a elegir entre un buffet libre pero no exactamente el qué, puede que lo que yo comí fuera algo como pollo frito, algo de arroz, frutas de postre… Lo que sí recuerdo es que me quedé a gusto.
La laguna secreta de Ang Thong
A la tarde el barco comenzó a moverse y nos llevaron hasta otro grupo de islas. Allí visitaríamos una laguna oculta y después nos dejarían un par de horas libres para hacer lo que quisiéramos.
Los islotes que componen el Parque Nacional son verdaderamente bonitos, cada uno con su tamaño y su forma característica. La pequeñas playas casi desiertas se esparcen por ellos y cada una es un punto que merece la pena ver. En una de ellas atracamos para iniciar una pequeña ruta por un camino entablado y escalones altísimos. Esa ruta nos llevaría hasta la laguna secreta.
Un dato curioso es que estas islas de Ang Thong fueron las que inspiraron a Alex Garland para escribir su novela La Playa. Mi hipótesis me ha llevado a creer que fue la siguiente laguna secreta la que le llevó a imaginar una playa rodeada por acantilados y aparentemente virgen. Por eso en el libro (y en la película) buscan la isla desde Koh Samui.
De vuelta en esta nueva playa comenzaba el tiempo libre para que exploraramos la zona por nuestra cuenta. Yo decidí utilizar el kayak para conocer alguna playa vecina o incluso alguna cueva. Dentro de la que se ve a continuación había una especie de pasadizo (o sima) que se abría hacia arriba dejando ver la jungla y escuchar sus sonidos. Recuerdo haberme atascado en las rocas al intentar salir de la cueva.
Después de pisar tierra y descansar un ratito (el kayak cansa mucho y más haciendo ese calor), me puse en marcha para regresar al punto donde estaba atracado nuestro barco. Me sobraba el tiempo, pero los brazos empezaban a fallar y el sol comenzaba a achicharrar la piel. La vueltita solitaria que había dado había sido suficiente.
Justo antes de dejar mi kayak junto a los demás nos dijeron que podíamos llevarlo directamente al barco y si nos apetecía podíamos saltar desde el segundo piso de éste. Sería una buena forma de acabar la aventurilla en Ang Thong así que allí que fuimos.
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Regreso a Koh Samui bajo la tormenta
Cuando todos estuvimos preparados, iniciamos el viaje de vuelta a Koh Samui. Pero si pensábamos que las emociones habían acabado por ese día, estábamos muy equivocados. A medida que nos alejamos del Parque pudimos observar como una nubes negras lo engullían y nos comían terreno. Teníamos una gran tormenta tropical detrás nuestro y nos iba a pillar en alta mar. ¡Agárrense las txapelas!
En cuestión de minutos estuvo encima nuestro, se levantó oleaje, frío y empezó a llover, y el barco comenzó a balancearse de lado a lado, por lo que el capitán tuvo que hacer maniobras para evitar los golpes de las olas en la mayor medida posible. A algunos pasajeros se les veía preocupados, tenían frío, se mareaban… Yo tomaba las precauciones necesarias como agarrarme a algo si quería desplazarme por el barco, pero la verdad es que me lo estaba pasando pipa.
Cuando nos dejaron en el embarcadero de Na Thon nos encontramos con unos platos a la venta en los que habían incluido fotos nuestras que nos hicieron al llegar al barco esa misma mañana. Nos hizo tanta gracia que no pudimos evitar comprar los nuestros. Un detalle simpático para finalizar nuestra excursión a Ang Thong.
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