Al Sur de Bali. ¡Nos vamos a la playa!
Tras Ubud cometimos un error, pero no teníamos la manera de saberlo. Antes de ir a las islas Gili yo quería echar un vistazo a las playas del sur de Bali, la península de Bukit. Pensábamos que no volveríamos a tener tiempo en Bali (¡error!) así que aquella parecía nuestra única oportunidad. La noche anterior reservé habitación en un hostal de Bingin a través de Booking. No tenía ni idea de cómo era la zona, de dónde estaba exactamente el hostal… pero iríamos a investigar.
De Ubud al sur de Bali: Kuta
Una furgo nos recogió en Ubud y nos llevó hasta Kuta, donde pudimos ver aquella playa por primera vez. Francamente, no recuerdo cuánto nos costó pero no creo que fueran más de 5 € por persona. En Kuta tuvimos que plantearnos cómo llegar hasta Bingin. ¿Bus? ¿Agencia? La única manera que nos pareció posible fue ir en taxi.

Cogimos un Blue Bird . Los Blue Bird son taxis azules famosos por ofrecer un mejor servicio a los extranjeros, menos abusos y por lo tanto mejores precios. Aun así, un taxista balinés te dirá que cogiendo Blue Birds dañas la economía de la isla, porque la empresa de estos tiene su sede en Jakarta. Le pedimos -con bastante torpeza por ambas partes- que nos llevara hasta aquella zona del sur. Lo malo de aquello es que era hora punta y las carreteras estaban a rebosar. Lo que pudimos haber recorrido en 20 minutos lo hicimos en una hora, y claro, el taxímetro subió (aunque no fue especialmente caro). Hacía mucho calor y me inundó una sensación de agobio tremenda, quizás me estaba poniendo enfermo.
Reserva tu traslado privado en Bali aquí
Tras un infierno de trayecto llegamos -no sé cómo- a nuestro hostal, el Taman Asih. Este hostal de varias cabañas se encuentra en terreno sin edificar, en la nada, cerca del restaurante «El Kabron» construido sobre el acantilado, y a la misma distancia de la playa Dreamland. Es un sitio algo raro, porque lo poco que hay cerca son resorts con sus propias carreteras de acceso. No divisaba un pueblo cerca, ni warungs, ni tiendas, ni agencias… Así que me di cuenta de que no sabía cómo saldríamos de allí mañana (en nuestro hostal no sabían cómo ayudarnos). ¡Qué tontería para estar allí medio día!
Alojamiento en el sur de Bali, Dreamland
Taman Asih Homestay: RP 250.000 cabaña para dos personas. Mosquiteras incluidas. Pequeño porche. Tranquilo y ubicado cerca de la playa, pero aislado en exceso.
Aquella tarde yo quería visitar Uluwatu, pero tampoco teníamos a mano ninguna moto para alquilar y a Unai no le apetecía, por lo que nos quedaríamos a disfrutar de la playa y a relajarnos en ella. El camino entre el hostal y Dreamland es un sendero de tierra, muy tranquilo, que después baja por un empinado terraplén hasta la arena. La playa era más bien una cala grande, bastante bonita, sin demasiada gente en aquél momento y llena de surfistas.
Abajo tuvimos tiempo para comer, bañarnos, tomar fotos, tumbarnos en la arena… e incluso hacer ejercicio. Aprovechamos también para intentar planear lo que haríamos mañana. Brenda nos esperaba -otra vez…- en Gili Air, así que queríamos llegar en el día a ser posible. En la entrada a Dreamland conocimos a un «taxista» balinés con el que charlamos y al que le regateamos un precio para que nos llevara por la mañana a Kuta. Además, se ofreció a acercarnos hasta una agencia para comprar el billete de barco a las Gili y el transporte hasta el puerto. Quedamos con él a las 7 en el mismo lugar y nos despedimos.
Era el inconveniente de estar allí en medio, que no teníamos otra forma de volver a Kuta de forma rápida. Así que nos vino bien… Luego supe por Google Maps que Bingin, el «pueblo» y todas sus ofertas, se encontraba medio kilómetro más al sur. De todas formas esta zona de las islas es un laberinto de carreteras secundarias. Por suerte el camino hacia las playas más relevantes suele estar señalizado.
La joya del día llegó con el atardecer, y es lo que hizo que el viaje hasta allí mereciera la pena.


Ya de noche y tras la cena en el mismo lugar deshicimos el camino recorrido a través del campo en completa oscuridad y volvimos a Taman Asih. Hay que decir que el lugar era completamente tranquilo y la ubicación no era mala, pero aquí no hay muchas cosas para hacer si no eres surfista o no te gusta el relax absoluto en la playa día tras día.
Mi garganta empezaba a picar y… ¿es eso fiebre? Esperaba que no fuera a más…
Diario anterior: Ubud entre templos, masajes y danzas
Diario siguiente: Al paraíso de las islas Gili
No Hay Comentarios