De Atitlán a San Mateo Ixtatán a través de los Cuchumatanes
Antes de que saliera el sol ya estábamos de camino. Dejamos nuestro hotel y el chófer de nuestro shuttle nos recogió a la entrada del mismo. Algunas de las primeras señales de luz aparecían en el cielo y ya se dejaba ver levemente la silueta de los volcanes por encima de las fachadas de la calle Santander. A mí me habría gustado correr al embarcadero a ver el amanecer, pero ese día me acosaba una molesta diarrea del viajero y la furgoneta nos esperaba para partir. Aun así, salimos de Panajachel y comenzamos a ascender por la carretera hacia Sololá, con vistas al espectacular paisaje. Pudimos detenernos en un mirador a contemplar la maravilla. Desde allí se veía todo Atitlán. Todo el lago a nuestros pies, cuando los rayos de sol todavía no habían salido. No podíamos irnos de allí sin presenciar eso. Increíble.
No sé si se me nota en la cara… pero la diarrea iba a más y me sentía muy mal…
Tras aquel premio que Atitlán nos brindó, nos pusimos en marcha para llegar a nuestra siguiente parada: San Mateo Ixtatán. Un largo viaje por carretera de ocho horas. He de decir que me parecía bastante agradable viajar en el shuttle. Teníamos mucho espacio y algo te podías mover. Además, los traslados en Guatemala son, cuanto menos, entretenidos. Las carreteras no son nada monótonas, siempre tienes algo para ver. Los que se mareen, en cambio, pueden llegar a pasarlo mal.
Viajamos a San Mateo Ixtatán a través de los Cuchumatanes
La primera parada fue para desayunar. Yo, desgraciadamente, no pude comer nada, ya que el malestar de estómago me estaba derribando. Por un lado pensé la mala suerte que tenía por pillar diarrea un día de viaje en carretera, pero por otro lado me sentí afortunado de no haberme puesto malo el día anterior, el día que pudimos dedicar a conocer Panajachel. Así que lo llevé bastante bien, y las molestias fueron disminuyendo a lo largo de las horas.

Nos adentramos en el departamento de Huehuetenango y pronto llegamos a la sierra de los Cuchumatanes, nuestra siguiente pausa en el camino. Allí, nada más subir el puerto de carretera se encuentra el Mirador Dieguez Olaverri (3.000 msnm aprox.). Los Cuchumatanes son la cordillera no volcánica de mayor elevación de Centroamérica, llegando alguna de sus cumbres a casi 4.000 metros de altitud.
En alguno de sus puntos panorámicos, perfectamente visitables, se tiene una vista impresionante de las tierras circundantes y de los principales volcanes de Guatemala (Agua, Acatenango, Santa María, Tajumulco…), como desde el llamado mirador del Unicornio Azul, que nosotros no visitamos pero que es un punto a tener en cuenta si vais a Guate. No es dificil que estando en los Cuchumatanes veamos todo el mar de nubes por debajo de nosotros, y que las noches ofrezcan los mejores cielos estrellados de Guatemala, así que fotos espectaculares casi aseguradas.
Una vez disfrutadas las vistas y el ambiente alpino, volvimos a la carretera para atravesar esta bonita sierra. Un rato largo de viaje después, tras haber dejado atrás barrancos de vértigo por los que la carretera hace equilibrios, llegamos a San Pedro Soloma, la población de mayores dimensiones antes de San Mateo.

Para definir correctamente la situación, hay que dejar claro que aquel día era domingo. Y los domingos hay mercados, muchos mercados, y gente, mucha gente, y borrachos, muchos borrachos. También hay que decir que de aquí en adelante no hay turistas, ni siquiera blancos guatemaltecos, aquí toda la población es indígena, y para ellos ver a cinco guiris dentro de una furgoneta intentando abrirse paso entre la multitud ya era un acontecimiento. Imaginad lo que fue llegar a San Mateo Ixtatán y bajarse del carro.
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