La Cámara al Paraíso (IV): Sacando la foto perfecta

Ya hemos hablado sobre las propiedades básicas de la fotografía, y hemos discutido qué cámara es la ideal para nosotros. Supongamos que elegimos una cámara de estilo réflex, y que optamos por todos los modos manuales posibles. ¿Cómo sacar una fotografía «profesional»? Allá vamos:
Primero: ¿en qué formato la quieres?

Antes de nada, decide si quieres que tu foto se guarde en un formato comprimido (JPEG) o en uno que almacene todas las posibilidades de la foto (RAW) para poder editarla luego. El primero te ocupará menos, pero editarla luego será más difícil. El segundo puede llegar a pesar 20 megas por foto, pero las posibilidades en pospo serán infinitas.
Eligiendo el lugar y los elementos
Sé un poco selectivo/a. Debes encontrar la combinación de ellos que más bonita resulte, la mejor perspectiva, el momento justo… Observa antes. Prioriza aquello que más te llame la atención, y evita lo que NO quieres que aparezca. Debes esquivar elementos extraños/anticlimáticos y situarte allí donde el «lienzo» sea el más atractivo. ¡Muévete, agáchate, súbete a algún sitio si hace falta! Puede que no puedas quitar una farola que sobresale tras la cabeza de tu sujeto, pero puedes moverte para evitar que ambas coincidan.
¿Qué distancia focal es la más adecuada?
Repasa lo que dijimos sobre distancia focal, y decide cuál es la que mejor transmite la visión que tienes en la mente. No querrás un tele para un retrato o el interior de un edificio, para los cuales necesitarás un gran angular («wide angle») con el que poder acercarte a la persona o capturar toda una estancia, pero puede que sí necesites un tele para capturar una casa en la lejanía. Si tu lente es móvil podrás ajustar esto durante todo el proceso, pero si es fija deberás tomar esta decisión lo antes posible.

Definiendo el encuadre
Ahora que ya tienes el escenario y la distancia, debes concretar los límites bidimensionales de tu «lienzo». Lo más importante es que sigamos nuestro sentido común. ¿Qué o quién es protagonista en tu fotografía? Céntrate en ello, y elimina los espacios que no te interesen. Nada de sacar mucho suelo o dejar un metro de «aire» por encima de la persona en un retrato. Recorta alrededor del centro de atención.

Cuando ya hemos interiorizado esto, podemos ser un poco más ambiciosos y practicar con la regla de los tercios, o incluso tomarnos licencias creativas saltándonos algunas normas de composición. La regla de los tercios divide la imagen en nueve bloques por medio de dos líneas verticales y dos horizontales, dando lugar a cuatro puntos de intersección. Esta técnica nos dice que nuestros objetos o personas protagonistas deben ser ubicados en uno de estos cuatro puntos, para conseguir una imagen armoniosa y agradable. Según dicen, nuestra visión prioriza estos cuatro lugares de forma natural, así que quítate de la cabeza eso de que el centro es siempre lo mejor.

Configurando la exposición
En este importantísimo punto estableceremos la luminosidad de nuestra foto y también el movimiento (o la ausencia de él) que se vea reflejado en ella. Como dijimos en el anterior capítulo, hay tres formas de configurar nuestra exposición: el diafragma, la velocidad de obturación y la ISO (sensibilidad).

Siempre intentaremos que nuestra ISO sea lo más baja posible (100, 200, 400) y sólo tiraremos de ella cuando sea extremadamente necesario (escenas con MUY poca luz). Con el diafragma (f) y la velocidad de obturación deberemos encontrar el equilibrio adecuado. El objetivo final es que nuestra foto no quede ni subexpuesta ni sobreexpuesta, cosa que podremos comprobar tras hacer la foto, o también antes por medio del exposímetro estando la flechita indicadora en 0.

¿Abrir diafragma, bajar velocidad…? Esto podremos saberlo tras observar qué tipo de movimiento hay en escena y decidir cómo queremos que se vea reflejado. Si fotografiamos un partido de tenis y queremos que un raquetazo salga nítido, habrá que subir la velocidad y compensar esa falta de luz con mayor apertura del diafragma. ¿Queremos estelas? Una velocidad lenta será la adecuada, cerrando el diafragma en caso de exceso de luz. Así sucesivamente…
Comprueba el balance de blancos

¡Muy importante! Muchas de las fotos se van al garete porque a una cámara le cuesta averiguar cuál es el blanco de un ambiente, y por lo tanto qué tipo de luz es la reinante. ¡Esas fotos azules que se ven por ahí…!
Puedes optar por un balance de blancos personalizado: se le saca una foto a un papel blanco en el lugar elegido, y se utiliza esa foto para el balance. La fotografía resultante mostrará los colores originales. Pero no siempre tenemos a mano un folio o las ganas de hacer este procedimiento, ¿verdad? En ese caso la cámara cuenta con unos balances predeterminados para distintos tipos de luz. Debemos encontrar el que mejor se asemeja a la luz real.

Establece y agudiza el enfoque
No abuses de enfoque automático. Colócalo en modo manual. Te llevará más tiempo sacar la foto, pero tendrás enfocado exactamente aquello que quieres.
Sí, es un poco difícil ver qué enfocas en una pantalla tan pequeña, por eso lo que se suele hacer es tirar de tele: si el objetivo es móvil se hace zoom y así se aprecian los detalles para poder enfocarlos. A veces el cambio de distancia focal trastoca el enfoque, por lo que al volver a la distancia que queremos el enfoque habrá cambiado, en ese caso, y también cuando la lente es fija, las cámaras modernas cuentan con un zoom digital que nos ofrecerá una imagen ampliada para poder enfocar.
*Efecto Bokeh

Hablando de enfoques y desenfoques… puede que estés interesad@ en conseguir ese conocido efecto en el que el fondo aparece completamente desenfocado, mientras que el objeto o persona en primer plano se encuentran totalmente nítidos. Se llama «Bokeh» y es un resultado de la profundidad de campo corta. Hay que seguir unos pasos para lograrlo:
–El diafragma del objetivo: la profundidad de campo (espacio enfocado) disminuye cuanto más abierto se encuentra el diafragma. Así que colócalo en el menor número f posible.
–La distancia focal: debe ser grande, preferiblemente de 50 mm para arriba. No podrás conseguir este efecto con un objetivo de angular amplia.
–Tu posición y la del fondo: cuanto más espacio haya entre ti, el objeto protagonista y el fondo, mayor efecto Bokeh.
Ten paciencia
Como la comida, ¿cuál suele estar más rica? ¿La comida de la abuela hecha con cariño, tiempo y dedicación, o la comida rápida? Una fotografía, cuanto más tiempo le dediquemos, mejor nos saldrá. Hay que esperar el momento adecuado y hay que tener la paciencia para asegurarnos de que todos los parámetros anteriores son los que queremos.
¿El resultado no se parece nada a las fotos de National Geographic? No te preocupes, no significa que hayas hecho algo mal. Depende de muchas cosas que tu fotografía sea perfecta: la luz, la conjunción de acontecimientos ocurriendo en el lugar, ¡la suerte! Por eso decíamos que hay que tener paciencia, porque a veces las buenas fotos dependen de esperar a factores externos. Y claro, hacen falta muchos años de práctica para lograr fotos profesionales. Lo que está claro es que siguiendo los pasos anteriores estarás más cerca de ellas.
Para que nuestras fotos sean todavía más chulas recurriremos a la postproducción, pero de eso hablaremos en el siguiente capítulo.
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